Del todo inconcebible

Imposible habría sido concebir en el mismo habitáculo a una fauna política tan dispar y variopinta

Cataluña o catalán se han convertido en palabras que por ser tan frecuentadas en el día a día y en el hoy por hoy, te dejan tan mentalmente exhausto que haces lo que esté en tu mano por evitarlas. Y no es tan difícil porque, por importante que sea la algarada catalana -como la llamaba con gran acierto nuestro director, Javier Chaparro, en feliz ocurrencia- son muchos los problemas que nos aquejan en una sociedad, desestructurada, invertebrada -diría Ortega-, en donde la evidencia y la razón han sido postergadas por el esperpento y el dislate. Que la región a la que más privilegios le han sido concedidos en el largo caminar de más de un siglo, la que ha alcanzado los más altos niveles de bienestar, esté siendo llevada al ridículo más vergonzante, resulta no ya sorprendente sino frustrante. Por eso el alcance de la palabra algarada es mayor que el meramente político.

La evolución del término "charnego" nos da una pista de la estima que el nacionalismo catalán tiene por una inmigración que, sin embargo, ha contribuido de modo decisivo a que Cataluña sea la región mejor pertrechada de oportunidades de cuantas constituyen la "pell de brau". Se fraguó en el etiquetado de los "mulatos" franco-catalanes, nacidos de matrimonios mixtos, en los tiempos de la caída del Antiguo Régimen, y ha terminado por designar indistintamente, a los inmigrantes e hijos y a la gente sin instrucción de las "clases inferiores". No obstante, charnegos y especímenes adscritos a la llorada "gauche divine" y disueltos en las "diferentes sensibilidades" de las que nos suelen hablar los socialistas, acabaron por constituir en 1978, el Partido de los Socialistas de Cataluña o PSC.

Antes daba gusto. En la izquierda catalana, sin incluir al entonces poderoso PSOE, las referencias eran los de ERC, verdaderos hacedores del catalanismo extremo y separatista; puestos al día por Josep Tarradellas, que evolucionó hasta el marquesado; y el legendario Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC) (1936-1987), de clara autodefinición marxista. Pero esto que estamos viendo y viviendo escapa a la inteligencia. Imposible habría sido concebir en el mismo habitáculo a una fauna política tan dispar y variopinta: charnegos, catalanes de ADN, anarquistas, burgueses cristianos o no, conservadores y liberales, republicanos, comunistas, zombis antisistema, descerebrados de diverso cuño, adanistas y hasta "okupas" y "antidesahucios".

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