Campo chico

Alberto P. de Vargas

Andalucito que vienes

Después de la polémica abierta sobre Blas Infante, por mor del desatinado e incalificable juicio del diputado europeo Alejo Vidal-Cuadras, a una paisana de distinto signo del que exhibe el político catalán, la ministra Carme Chacón, se le ocurre decir que lo de Magdalena Álvarez es cosa de su condición andaluza.

Maleni, como se le llama en sus proximidades, es gaditana de nacimiento, nació en San Fernando, pero se siente malagueña porque se crío en la capital de la Costa del Sol y fue en esa ciudad donde transcurrieron sus primeras vivencias y descubrimientos. No obstante, echa mano de su lugar de nacimiento cuando conviene, lo he visto no pocas veces, aunque ella personalmente me haya asegurado que lo de La Isla es pura filfa, que ella es malagueña. Si uno considera la trayectoria universitaria de la ministra Magdalena Álvarez no hay más remedio que suponer que está en sus cabales o, por lo menos, que estuvo, pero si se ignoran sus logros académicos y profesionales y se observan sus procederes como consejera de la Junta de Andalucía, primero, y como ministra después, se concluye que lo suyo no es la gestión y mucho menos el desempeño de un cargo político.

El caso de esta señora se parece mucho al del que escala como consecuencia de las incomodidades que produce a su alrededor. Hay quien llega a un carguillo por cosa del azar y sus directos hacen lo posible por catapultarlo hacia donde sea con tal de quitárselo de sus alrededores. En una ocasión mantuve con ella un rifirrafe dialéctico que me permitió comprobar sus escasos recursos verbales y algunas debilidades, pero aún me quedaba mucho por ver. Es más flojita que Moratinos.

La Carme de España, léase: del Gobierno de España entiende que lo que pasa con Magdalena Álvarez es que es andaluza. No he podido averiguar de momento, aunque quizás tenga ocasión de hacerlo, si es su capacidad para crear conflictos o su manifiesta ineficacia, acaso incompetencia, lo que Carme Chacón identifica como características de los andaluces, pero la verdad es que me cuesta creer que alguien nos crea tan torpes por naturaleza. Yo pensaba que éramos más presentables. Es posible que sea esa idea de Carme la que ha echado raíces entre los políticos catalanes de cualquiera de las bandas del espectro. En determinados lugares de España, en la Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar, sin ir más lejos, los populares han evitado erosionar la figura del diputado Vidal-Quadras absteniéndose frente a la iniciativa de señalar su inconveniente alusión a Infante, pero han arremetido con pasión contra las meteduras de pata de la malagueña. Debe ser cosa del tan mal administrado proteccionismo partidista. Si bien lo de Álvarez es inadmisible, lo de Vidal-Quadras es absolutamente intolerable.

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