Línea abierta

Aventino Andrés Cortés

Adiós a Gonzalo Arias Bonet

GONZALO Arias Bonet falleció en Cortes de la Frontera el día 11 a consecuencia de una enfermedad que, a lo largo de un año, había ido minando su salud hasta acabar con ella. No somos pocas las personas del Campo de Gibraltar que tuvimos la ocasión de entrar en contacto con la persona y el pensamiento de Gonzalo desde su llegada a la zona en la década de los ochenta.

Sirvan estas líneas de sencillo homenaje a un hombre que destacó por la coherencia constante de sus actos . Su presencia en la zona estuvo relacionada en un principio con su postura sobre Gibraltar. Para Gonzalo, el cierre de la Verja contravenía el Derecho Internacional y afectaba a los Derechos Humanos de un colectivo de personas. Así, trató de aportar como solución su concepción y las tácticas de la no violencia con las que había entrado en contacto en París, donde había residido como funcionario de la Unesco.

El cambio de residencia a El Escorial, así como el abandono de su puesto de trabajo, obedecieron también al proyecto que acarició muy pronto de aplicar la no violencia a la situación política y social de la España de entonces, inspirándose en los modelos de Gandhi y Luther King. No se limitó a poner por escrito su pensamiento sobre la no violencia, sino que trató de ponerlo en práctica saliendo a la calle y reclamando al régimen la convocatoria de elecciones democráticas. Tal iniciativa le llevó a la cárcel por primera vez, ya que después fue detenido en varias ocasiones por sus valientes actos contra el cierre de la Verja. Llevó a cabo incluso una huelga de hambre junto a su esposa Hilde.

La Línea fue a partir de entonces su residencia para seguir de cerca el problema fronterizo. La solución a este asunto llegó con los socialistas y Gonzalo se centró entonces en otros ámbitos de la no violencia y los derechos humanos. Tal fue, por ejemplo, su apoyo a los objetores de conciencia y la objeción fiscal frente a los gastos estatales en armamento.

En todos estos años ha compaginado su trabajo de traductor con la participación en foros sobre la paz y la no violencia. A todo esto hay que añadir su faceta de escritor con obras como Antigolpe, respuesta no violenta al 23-F, o La no violencia, ¿tentación o reto?, estudio muy documentado cuya cuarta edición ha coincidido con su muerte. Uno de los capítulos más interesantes es su visión crítica sobre la postura de la Iglesia en relación a la guerra justa. Su última obra, La historia ramificada, es una postrera pirueta imaginativa en forma de novela sobre las posibles salidas a la Historia por la vía de la no violencia. Desde su estancia en París logró reservar tiempo y energía para su pasatiempo preferido, las calzadas romanas, asunto en el que era una autoridad y sobre el que publicaba la revista El miliario extravagante.

Su casa en el Zabal, llamada Casatuya, supo responder durante años a tan original apellido, pues sus puertas estaban abiertas a todos, tal y como atestiguan muchas familias en La Atunara. Sus últimos años los pasó, por razones familiares, en Cortes. Descanse en paz una persona tan humana, valiente y buena.

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