Análisis

Enrique Mesa

¿Para qué quiero un datáfono si no tengo dinero?

La pasada semana, Albert Castillón, colaborador del programa Espejo Público, afirmó que pagar con datafono en La Línea era prácticamente imposible, insinuando que era una práctica habitual, ya que, en la ciudad sólo había dinero en negro. A partir de entonces las redes sociales se han encendido y han empezado a cargar contra Castillón: los bares, haciendo gala de muy buen humor, subían fotos de sus datafonos, las tiendas de ropa, más de lo mismo, todos los negocios linenses se han volcado en lo que este mismo medio ha tildado como "La rebelión de los datafonos".

Y ahora yo me pregunto, ¿De verdad tenemos que demostrar que somos una ciudad que paga y acepta pagos con tarjetas?, ¿es ese el concepto que tenemos de ciudad moderna? Hasta Juan Franco, cosa que no recuerdo a ninguno de sus predecesores, ha escrito un editorial en Europa Sur. Que Castillón diga que en La Línea no se puede pagar con tarjeta únicamente lo retrata como periodista.

Sin embargo, creo que hay otros asuntos que sí deberían preocuparnos más, mucho más. Por ejemplo, ¿Cómo es posible que el nuevo hospital comarcal esté ya inaugurado y ahora empiecen las obras para "habilitar" la UCI y el parking subterráneo? o, esta es buena, ¿Dónde está los policías de refuerzos para luchar contra los narcos que se tuvieron que ir a Cataluña? Mientras Albert Castillón habla en público de nuestra ciudad, el gobierno de la Junta de Andalucía y del Gobierno de España, ambos por igual, sin símbolos políticos, nos ignoran, como han hecho siempre.

El problema de esta ciudad no reside en pagar con tarjeta o con bitcoins, el problema de esta ciudad, cómo bien denunciaba el alcalde, reside en que existen sectores de nuestra ciudad que "no viven en riesgo de exclusión, sino que viven excluidos de la sociedad" y ven en el narcotráfico el padre o madre protector que deberían ver en el Estado. Esta ciudad necesita del Estado dos cosas de forma urgente.

En primer lugar, necesita más Policía Nacional y Guardia Civil, pero también un cuerpo de Policía Local fuerte, que tenga presencia en la ciudad. Labor que corresponde al Gobierno, que debe comprometerse firmemente y no a mandar policía cada vez que se asalte el hospital para llevársela al día siguiente, y creando un cuerpo especial para el Campo de Gibraltar. Todo esto debe ir apoyado judicialmente con penas específicas para el narcotráfico, que sean cumplidas de forma íntegra por aquellos que cometan este tipo de delitos. La ciudad (y la comarca) necesita transmitir sensación de seguridad y de que las ilegalidades no quedarán impunes

En segundo lugar, pero aún más importante, esta ciudad debe atajar de raíz el problema del narcotráfico. Se debe dar una alternativa laboral a aquellos que no tienen trabajo. La ciudad tiene algo más de 60.000 habitantes, casi 13.000 personas trabajan en Gibraltar y 7.000 más están en paro, es decir, el Gobierno de España está dando la espalda a un tercio de la ciudad. A estos dos grupos, hay que sumar al que pertenezco, el de los emigrantes forzados a abandonar nuestra ciudad por las nulas perspectivas laborales.

Es obvio que el Gobierno de la nación ha hecho dejación de funciones para con el Campo de Gibraltar y más específicamente con La Línea. El Gobierno sólo escucha una reclamación cuando esta viene con ruido, véase Cataluña o, sin ir tan lejos, véase la manifestación de la Plaza de la Iglesia tras el desgraciado fallecimiento del policía local Víctor Sánchez. El gobierno sólo reacciona cuando ya no queda más remedio. Quizás va siendo hora de no dejar alternativa al gobierno. Hay que hacer ruido, nos deben escuchar. Para esta labor debemos estar todos unidos, algecireños, barreños, sanroqueños, demás campogilbraltareños, socialistas, populares, podemitas, ciudadanos, andalucistas, hasta algeciristas y balonos. Es cuestión de supervivencia. El Campo de Gibraltar necesita que nos unamos.

Quizás, llámenme loco, reclamar la escisión del Campo de Gibraltar como novena provincia de Andalucía sea un buen megáfono para esta legítima demanda. Puestos a hacer ruido.

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