Al sur del sur

Javier Chaparro

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Algeciras, una cuestión de seguridad

La Policía Nacional y la Policía Local deben dejar atrás una serie de desencuentros lamentables, que se han visto combinados con errores de comunicación y celos profesionales a partes iguales

Reunión de la Junta Local de Seguridad de Algeciras, el pasado 5 de octubre.

Reunión de la Junta Local de Seguridad de Algeciras, el pasado 5 de octubre. / M.G.

Hacía muchos meses, al menos desde el verano pasado, que los vecinos de la calle Teniente Riera de Algeciras venían denunciando los continuos incidentes que venían sucediendo en la vieja pensión Trujillo, clausurada oficialmente por el departamento municipal de Urbanismo, aunque abierta a la vista de todos como inmundo prostíbulo y alojamiento para personas sin apenas recursos. Los gritos y las peleas tanto en el inmueble como en el exterior estaban a la orden del día sin que las autoridades se tomasen en serio lo que ocurría en el corazón de lo que el Ayuntamiento viene a llamar barrio de La Caridad, para evitar su auténtica denominación: la Villa Vieja. De vez en cuando, un coche patrulla pasaba por el lugar sin apenas detenerse.

Por fin, a última hora del pasado martes, un dispositivo conjunto de la Policía Nacional, con 25 agentes, y de la Policía Local, con ocho, entró en el edificio y en otros adyacentes, identificaron a 60 personas y se llevaron detenidas a cuatro de ellas, una por un delito relacionado con la prostitución. Más allá del resultado -muy importante, puesto que se ha puesto fin a un foco de inseguridad para la ciudadanía- es preciso poner el acento en la colaboración entre los dos cuerpos policiales, punto de arranque, esperemos, de una nueva etapa que debe dejar atrás una serie de desencuentros lamentables donde se han combinado errores de comunicación y celos profesionales a partes iguales.

En la reunión de la Junta Local de Seguridad hubo cruces de palabras y algún ajuste de cuentas pendientes cara a cara

De todo ello se habló y debatió en la última reunión de la Junta Local de Seguridad de Algeciras, celebrada el 5 de octubre. A la cita asistieron los responsables en la materia de todas las administraciones y en su transcurso hubo cruces de palabras y algún ajuste de cuentas, cara a cara. La tensión venía de lejos y se acrecentó a raíz de la detención por parte de los locales de Yassine Kanjaa -el 25 de enero pasado, tras el atentado terrorista que costó la vida a Diego Valencia- y de los dispositivos policiales desplegados ese día. Ese triste episodio, que marcará para siempre la historia de la ciudad, tuvo como trasfondo velados reproches en torno a si el ataque del presunto yihadista pudo ser evitado y también algún pulso por ver quién se apuntaba públicamente el tanto del arresto.

José Ignacio Landaluce, conocedor de todo ello, no quiso dar detalles en el último Pleno municipal, donde sí dejó constancia del acuerdo alcanzado en la Junta Local de Seguridad, basado en dos puntos: reforzar los controles en el perímetro de la ciudad, tarea que corresponde a la Guardia Civil, y hacer más visible la presencia de la Policía Nacional y de la Policía Local en las zonas conflictivas del caso urbano, caso de La Bajadilla, escenario de los últimos tiroteos. Fue en ese barrio donde, precisamente, se dio el último desencuentro entre agentes de los dos cuerpos a la hora de actuar contra los hermanos El Hammouti y sus acólitos.

“Es necesario que haya un traspaso de la información más ágil de la Policía Nacional a la Policía Local porque, a veces, nos encontramos con situaciones por sorpresa. Es verdad que hay momentos críticos en los que no es posible ese traspaso de la información, pero otras veces sí. No es lógico que no tengamos esa información cuando estamos en la calle de al lado”, reflexionó el alcalde en voz alta a modo de suave regañina, haciendo suyas las demandas de la Policía Local, tras una pregunta oral del grupo municipal de Vox.

Para Landaluce, los ciudadanos tienen "una sensación subjetiva de falta de seguridad y de que estamos en una ciudad peligrosa, cuando no lo es”

No es una situación aislada. Sin ir más lejos, el pasado jueves, la Policía Local de Sevilla se quejaba de que dos de sus agentes siguieron a los ocupantes una moto por su actitud sospechosa sin que desde la Nacional se le informase de que ambos acababan de perpetrar un atraco. "Hoy podemos agradecer que esto quede en una simple anécdota. ¿Qué hubiera ocurrido si esos atracadores hubieran abierto fuego contra los compañeros?", se preguntaba el Sindicato Profesional de Policías Municipales de España (Sppme). A su juicio, "es evidente" que se está dando "una auténtica falta de comunicación" entre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, "pero no entre el personal que está en la calle día a día colaborando", sino entre los jefes.

En Algeciras se han comenzado a dar pasos para pasar página a una falta de cooperación que ha generado quebraderos de cabeza innecesarios. El entendimiento entre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado no será, sin embargo, el bálsamo que todo lo arregle si, en paralelo, no se dota de más medios a todos los cuerpos -tiempo habrá para hablar de ello-, por más que el alcalde mantenga que sus conciudadanos tienen “una sensación subjetiva de falta de seguridad y de que estamos en una ciudad peligrosa, cuando no lo es”. Bien sabe Landaluce que una cosa es la estadística sobre criminalidad y otra la realidad que se palpa en las calles, las mismas por las que, asegura, se puede pasear a cualquier hora del día y de la noche sin temor a sufrir un robo. Convendría que se lo preguntase a los vecinos de cualquiera de las barriadas más castigadas por la delincuencia.

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