Luz y taquígrafos

Miguel Alberto Díaz

Un mar de plástico

EN medio de tanta crisis hay una, que es la medioambiental, que nos está condicionando mucho y mucho se ha hablado del deterioro de nuestro entorno natural, provocado por el uso del petróleo, de los gases nocivos, del efecto invernadero, etc.

Se ha hablado asimismo en incontables ocasiones de cómo los ciudadanos podemos contribuir o no a empobrecer aún más el Planeta, pero existen, indudablemente, acciones que podemos poner en marcha a favor de la Naturaleza entre todos y todas. Y una de esas medidas es el reciclaje de los residuos, uno de cuyos aspectos fundamentales se refiere a las bolsas de plástico.

Algunos datos de observatorios internacionales y de grupos ecologistas como Greenpeace, apuntan a que en el mundo existen actualmente seis millones y medio de toneladas de bolsas de plástico en los mares, lo que significa que el 60 por ciento de la contaminación de las aguas es provocada por ese material que, como sabemos, es un producto que tarda siglos en desaparecer.

Entre esas escalofriantes cifras, cabe destacar que, en la zona del Mar del Norte, existe una superficie de bolsas arremolinadas en el lecho marino dos veces superior a la de España. Esto provoca que más de un millón de aves y más de 100.000 mamíferos mueran al año, bien por consumir o bien por quedar enredados en esas mortíferas bolsas de polietileno.

Por tanto, la cuestión no es baladí y queda demostrado que las bolsitas en las que metemos nuestra compra cuando acudimos al súper deben ser recicladas.

Sólo una mínima parte de estas bolsas son recicladas con lo que el resto se acumulan paulatinamente y de forma inexorable, hasta llegar a contabilizarse en algunas zonas hasta 50.000 trozos de plástico por kilómetro cuadrado, según datos de Greenpeace, perjudicando a las especies vegetales marinas, a los animales y, por tanto, al hombre.

Uno de los rincones del Planeta en los que se registra una mayor contaminación es precisamente el Mare Nostrum, nuestro Mar Mediterráneo, debido a la confluencia en su litoral de los países mal llamados del Primer Mundo que provocan unos niveles de contaminación escalofriantes.

Yo, amigo lector, que me he convertido en un militante del reciclaje, considero que se está avanzando y, de hecho, el Campo de Gibraltar es uno de los rincones en los que más se ha avanzado en materia de concienciación sobre la preservación del medio ambiente. Sin embargo, creo que ese esfuerzo ciudadano e institucional debe ser aún mayor y extenderse más allá de la generación actual.

El Gobierno ha anunciado que en 2010 se eliminarán las bolsas de plástico, ya que existen alternativas biodegradables. Creo, sin embargo, que no hay que esperar a esa fecha para que todos y todas demos un paso adelante y pongamos nuestro granito de arena para evitar que la situación siga evolucionando a peor.

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