La esfera armilar

Alberto Pérez De Vargas

Gibraltar y la tercera de Newton

LA Matemática y las ciencias físicas facilitan la comprensión de situaciones que tienen lugar en las ciencias sociales, pero el conocimiento, incluso de sus pormenores más elementales, exige esfuerzos que no todos están dispuestos a hacer. Menos aún en estas desdeñosas sociedades en las que tanto supone empeñar la voluntad en comprender la naturaleza de las cosas. El desconocimiento de las lenguas clásicas impide entender como es debido lo que decimos en la nuestra, y la incultura científica, el analfabetismo matemático -"el hombre anumérico" decía J. A. Paulos-, acrecienta la exultante mediocridad de una buena parte del personal que mediatiza y condiciona nuestras vidas.

Somos pocos -la independencia es siempre escasa- los que nos referimos a los enormes perjuicios que Gibraltar ocasiona a España, pero estamos consiguiendo que otros actores y otros medios dispersos por la geografía española vayan haciéndose eco de nuestras palabras. Además, la tercera ley de Newton -en ella pensaba cuando abordaba la redacción de esta columna- está ayudando cantidad a nuestro empeño de sensibilización al daño causado por el estatus que sostiene la pintoresca economía -la tercera más boyante del mundo- de la colonia británica. Seré resueltamente simplista: la tercera ley de Newton asegura que a toda acción le sigue una reacción.

Al ridículo show montado días atrás por los intermediarios del chief Picardo y los "socialistas" de por acá que le rinden pleitesía, han respondido medios y actores de variadas latitudes y eso supone una creciente atención a algo que generalmente ven de lejos y con poca preocupación los españoles. La torpeza de unos gestos como los producidos recientemente en Cádiz, está provocando efectos contrarios a los deseados por los estrategas de Convent Place, que debieran valorar la credibilidad y la calidad de la inteligencia desplegada por sus servidores y deudores del norte de la verja.

Tal vez el Gobierno español debiera plantearse si los mil millones largos de euros que, según algunos analistas calculan, cuesta al erario público el estatus de la colonia, no darían para proporcionar una bien cumplida cobertura laboral a los trabajadores españoles y empresas del Campo de Gibraltar que han sido convertidos en rehenes -como muy bien señalaba Ángel Liberal en un brillante artículo publicado en La Voz de Cádiz el pasado día 20- de los perversos intereses de los dirigentes yanitos.

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