COMO cada año cuando se acerca el final de octubre levantan la voz los severos vigilantes de las tradiciones populares andaluzas para advertirnos de la inminente llegada del demonio. ¡No vistáis a vuestros niñas de brujas y a vuestros niños de zombis!, claman ante quien quiere escucharlos. ¡No contaminéis nuestra cultura con costumbres anglosajonas!, insisten. Estos sujetos tan empeñados en conservar el folclore de Andalucía harían bien en entretenerse en leer un poquito y se darían cuenta de que eso que tanto defienden está precisamente formado de mestizaje, de cruces, de mezclas, de contaminación y de combinación, de leyendas de decenas de pueblos, de cuatro religiones, de mil razas. Andalucía es lo contrario que la pureza. Por eso aquí cabe Halloween y Tosatos, por eso aquí vuelven a su origen y se descubre que, en realidad, son la misma cosa.