¡Lo que hay que ver!

Ahora ya, en el PSOE se ha recuperado el estigma de la degradación iniciada con Zapatero

Se OYEN con frecuencia alusiones a la vigorosa permanencia del PSOE en la escena política española, refiriéndose a la Transición. No sé si esas alusiones quieren hacer olvidar su antigüedad, su vigencia durante la Segunda República y su papel activo en el Frente Popular. El Partido había sido fundado en 1879, por algo más de una veintena de personas, rayanas en lo intelectual y no tanto en lo obrero. De sustento ideológico marxista y actitud revolucionaria, anduvo flirteando un tiempo con el Partido Comunista de España, nacido de sus mismas entrañas en 1921 con la mirada puesta en el Partido Comunista de la Unión Soviética. Ha sido duro y largo el camino del PSOE hasta abrazar a la socialdemocracia, ya en la Transición, arropados y siguiendo los buenos consejos de sus homólogos alemanes.

En la historia del PSOE hay muchas sombras, algunas muy negras. No hay motivos para que sus militantes se jacten de su militancia, ni mucho menos, pero la verdad es que nadie tiraría la piedra si se le demandara, porque nadie está libre de pecado. Responsabilidades haylas gravísimas; golpes de Estado y acciones y actuaciones de consecuencias trágicas están en su cauce curricular. Alcanzó la gloria en los años ochenta, después de cien años de no tanta honradez como decían y tras el Congreso de Suresnes de 1974. Fue entonces cuando se finiquitó a los camisas viejas, anclados todavía en el marxismo, la lucha de clases y cosas así, y se asumió un sentido de Estado que se extinguiría hace unos años, con la llegada a la Secretaría General de José Luis Rodríguez Zapatero. Ahora ya, enriquecido el deterioro heredado, se ha recuperado el estigma de la degradación iniciada con Zapatero, incorporando a la dirección del partido a mucha medianía, tan abundante en este tiempo en la clase política, particularmente en las izquierdas. Es así que se están alcanzando cotas jamás imaginadas, pero no es tanto eso lo preocupante cuanto el respaldo de casi ocho millones de españoles a una política basada en la permanencia en el poder de una oligarquía derivada en autocracia sin el menor sentido de Estado. Haber procedidoanteayer en el Congreso a la designación del diputado Oscar Puente para dar réplica al aspirante, es además de un desagradable mal gusto, la evidencia de una falta de respeto de libro a las instituciones del Estado. “¿Cómo puede representar ese tipo al PSOE?” diría Joaquín Leguina al día siguiente.

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