Profesor Voland

Qué coherente es este gran hombre, pensamos. Y qué felices somos obedeciendo al nuevo caudillo

En nuestro taller de lectura de la librería Palas estuvimos analizando el otro día la novela El maestro y Margarita, de Mijáil Bulgákov, una de las más grandes novelas del siglo XX. Como quizá recuerde algún lector curioso, en la novela de Bulgákov se cuenta la hilarante visita que el diablo –en la figura del eminente profesor Voland, experto en magia y ocultismo– realiza a la ciudad de Moscú en los tiempos más negros del estalinismo, hacia 1937, justo cuando tienen lugar las Grandes Purgas y los ciudadanos soviéticos sufren la desagradable experiencia de desaparecer sin dejar rastro, casualmente después de haber sido denunciados por otros ciudadanos soviéticos que temían desaparecer sin dejar rastro. Pues bien, el buen diablo Voland se dedica a poner patas arriba la sociedad moscovita con toda clase de trucos y engaños. La policía llega a sospechar que todo se debe a un portentoso caso de hipnosis colectiva.

No descarto que el buen Voland, en la persona de ese político alto y guapo que usted tiene en mente, se haya aparecido entre nosotros y esté ejecutando sus asombrosos trucos de magia. Todos sabemos que ese político que usted tiene en mente dijo hace pocos años que no habría amnistía para los golpistas catalanes, ya que esa medida era anticonstitucional, pero ahora mismo ese mismo político está diciendo que va a autorizar la amnistía, cosa que justifica con la frase “voy a ser coherente con lo que hemos hecho”. ¡Coherente, ni más ni menos! Nosotros recordamos, o creíamos recordar, que ese político alto y guapo dijo hace poco que iba a hacer justo lo contrario, pero de pronto sentimos un pequeño desvanecimiento, se nos nubla la vista, y alehop, olvidamos de inmediato lo que vimos y supimos hace pocos años. De modo que el político alto y guapo nunca dijo que la amnistía era anticonstitucional. Y habrá amnistía porque eso es lo que ese gran político siempre nos dijo que haría. Todo está muy claro. Y entonces, al oír esto, nosotros sonreímos aliviados: “Qué coherente es este hombre –pensamos–. Qué suerte tenemos con este gran hombre que guía nuestros pasos. Y qué felices somos obedeciendo al nuevo caudillo que siempre dice la verdad”.

O sea que ya lo saben. No se preocupen. Todo está en orden. Y mil gracias, sabio profesor Voland. Nunca sabremos agradecerle todo lo que está haciendo por nosotros.

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