La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Handke: los caminos de vuelta del cine

Recuerde usted sus caminos de vuelta de los cines como Hanke recuerda los suyos y yo, uno a uno, los míos

Milagrosamente conservo dos amarillentas y quebradizas páginas de Diario 16 publicadas el 24 de febrero de 1993 con un extenso artículo de Peter Handke, Los apetitos del mundo, una de las más hermosas evocaciones del cine y de los cines que haya leído. No habiendo encontrado ediciones recientes que pueda recomendarles, les ofrezco algunos fragmentos: “Todo cine encarnaba un lugar… Para mí entonces eran una misma cosa el cine y las películas… Lo maravilloso del cine, de los cines, era –me parece ahora– que allí, sin jactarse como centro de cultura, la cultura surgía, actuaba, fructificaba, y no una cultura pura de corazón frío, sino una cultura mezclada, que se abría hacia todas partes, humana. Esa cultura floreció quizá durante cuatro o cinco pequeños decenios de nuestro siglo solo en las salas de cine, y por eso el cine era en otro tiempo una singularidad, una magnificencia, una cultura… En una sala de cine normalísima, todavía no especializada, vi en 1962 o 1963 La noche de Antonioni. Después de la película yo estaba en el centro de Granz, en la parada de un tranvía nocturno… Nunca hasta entonces me había parecido la noche tan real, tan esencial… Sentí por primera vez algo así como un sentimiento cósmico, (…) un despertar, algo mágico… Era como si simplemente por mirar yo me hubiera merecido el mundo… En las oscuras calles de un suburbio por las que iba a mi habitación me conmovió en el horizonte una inmensa luna amarilla sobre la llanura del Po. Lo mismo ocurriría, un año más tarde quizá, al ver El hombre que mató a Liberty Valence en un cine de arrabal, hace tiempo desaparecido que, en mi recuerdo, se llamaba Cine de la Cervecería… Cuando salí los árboles de la cervecería –probablemente castaños– susurraron por la noche delante del cine como desde mi infancia nunca habían susurrado los árboles… Después de El hombre que mató a Liberty Valance sentí apetito del mundo... Qué hermosos caminos de vuelta a casa he vivido después de esta o aquella película, qué maravillosos caminos. Nada en el mundo me ha dado esos caminos de vuelta de entonces, después del cine… Caminos de vuelta a casa sin meta, cada vez más lejos… Sea el salmo del espectador a los dioses del cine: ¡Más películas para más caminos de vuelta!”.

Recuerde usted sus caminos de vuelta de los cines como Hanke recuerda los suyos y yo, uno a uno, los míos.

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