Crónica personal

Pilar Cernuda

Empieza el cambio

ES el lema con el que el PP presenta su campaña, que indica que los populares piensan que es posible alcanzar el Gobierno, aunque Rajoy -excepto cuando le traiciona el subconsciente- tiene buen cuidado de advertir que sus proyectos los aplicará si gana las elecciones y repite que no hay elección ganada hasta que se conoce el resultado de las urnas.

El eslogan da a entender que el PP piensa en el futuro que apuntan las encuestas, pero lo curioso es que la presentación de Empieza el cambio coincide con un aspecto inesperado de la política de Zapatero: el cambio, la rectificación, la asunción de algunas de las propuestas presentadas en el pasado por Rajoy y que ahora defiende y aprueba el presidente de Gobierno. El PP propone el cambio como idea de que tras los socialistas llega el cambio que representa el PP;  pero a dos meses largos del 20-N, el cambio que se visualiza  con sorpresa e incluso estupor es el que protagoniza Zapatero.

Mal que  pese a los socialistas, el cambio de Zapatero ayuda más a Rajoy que a Rubalcaba. Cuentan algunas personas del PSOE que las relaciones entre el presidente y el ex vicepresidente atraviesan una etapa de frialdad,  lo que desmiente de forma tajante el círculo más próximo al candidato porque no interesa presentar una imagen de PSOE dividido; bastantes problemas tienen ya como para que aparezcan grietas en el más alto nivel del partido. Pero a nadie se le escapa que el cambio de Zapatero le viene peor que mal a Rubalcaba,  que además de "tragar" con una reforma constitucional que no quería, se encuentra con que Zapatero tampoco va a presentar algunos decretos que el candidato había anunciado, como el de la muerte digna o el  de igualdad. Y además las medidas que prepara Zapatero relacionadas con la fiscalidad o los salarios de los funcionarios no son ni de lejos las que había defendido el candidato, al que no se le ha ido de la boca lo del impuesto para los ricos, que sin embargo Zapatero no "compra" ahora mismo  a pesar de lo que le interesaría al candidato socialista algún gesto hacia la izquierda.

Un presidente en el que se advierte una especie de arrebato por tratar de enderezar su decaída e incluso desprestigiada imagen. Bien porque en el último minuto ha hecho examen de conciencia sobre los errores cometidos  -que además se los han expuesto crudamente las autoridades europeas- o bien porque, también en el último minuto, ha pensado que tenía que hacer un esfuerzo por no salir por la puerta de atrás  de Moncloa,  y por tanto debía tomar alguna medida que le permitiera poner algo, aunque fuera poco, en la columna del "haber" excesivamente vacía frente a la abarrotada del "debe". Zapatero se ha apropiado de la palabra "cambio" antes de que sonara la campana.  Para desesperación, se nota, de su candidato.

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