Silencio

La Palma fue el testigo del Silencio

  • Como alternativa a la lluvia, el cortejo tiene lugar dentro del templo

Este año no pudo ser y la madrugada del Viernes Santo no pudo ver recorrer por las calles del centro de la ciudad al Cristo de la Fe. En esta ocasión, la lluvia que comenzó a caer pasadas las diez de la noche hacía presagiar que la estación de penitencia de El Silencio no podría salir de la parroquia de Nuestra Señora de la Palma.

Sin embargo, los hermanos de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santo Cristo de la Fe, Santa Cruz de Jerusalén y María Santísima de la Amargura realizaron el descendimiento dentro de la iglesia de Nuestra Señora de la Palma.

Tal y como estaba previsto, la hermana Isa Marín Pérez, realizó la oración al Cristo y entonces comenzó el cortejo fúnebre, aunque en el interior de la iglesia, que contó con un importante número de fieles que no quisieron perder su cita con el Cristo de la Fe, a partir de las dos de la mañana.

El hermano mayor, Manuel García Campillo, destacó que el templo esta "abarrotado de fieles" y destacó especialmente "el silencio y la mucha devoción" allí reinante.

El Cristo no pudo salir, pero no hizo falta realizar el cortejo por las calles porque en el interior del templo se desarrollo un acto "íntimo y emotivo". Todo ello, en un templo con las luces apagadas. El Cristo era portado por el grupo de cargadores que, al igual que el resto de hermanos, portaban túnica morada, desprovistos de capa. El antifaz, también morado, sin cartulina.

Mientras tanto, sonaban los acordes sencillos de música de capilla a cargo del trío Sant Pau, de Algeciras. Durante la ceremonia, que duró algo más de veinte minutos, Juan Trapero ofreció una saeta, que fue respondida por el público asistente con un "silencio absoluto", todo un ejemplo, en un momento de total recogimiento, tal y como destacó posteriormente el hermano mayor: "se guardó el más absoluto respeto".

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