Semana Santa

Desde la Cuesta del Rayo con devoción

  • La Misericordia realiza su estación de penitencia estrenando la talla del paso del misterio

El Cristo de la Misericordia, crucificado a su salida de la parroquia del Corpus.

El Cristo de la Misericordia, crucificado a su salida de la parroquia del Corpus. / reportaje gráfico: Pedro J. Marín

El azul engalanó los balcones para ver salir del templo del Corpus Christi al Santísimo Cristo de la Misericordia. El barrio de la Cuesta del Rayo volvió a marcar el paso de la Semana Santa arrancando la jornada vespertina del Viernes Santo por la devoción que envuelve a la hermandad de la Oración del Huerto, el Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora del Buen Fin, arropada por sus más de un millar de hermanos.

La imagen de la salida del Señor ante la mirada desconsolada de María Magdalena volvió a reunir a cientos de personas en el corazón de la barriada, mientras otras tomaban como palco de honor la altura que presta la avenida Virgen del Carmen y los propios balcones de los pisos cercanos. El olor a incienso impregnaba el ambiente azulado como un golpe seco de devoción, el que mandaba el capataz en la llamada a sus costaleros para sostener al crucificado con maestría, intentando salvar la cruz del dintel de la puerta del Corpus.

La Corporación Local forma parte del cortejo procesional con mazas revestidas de luto

La chicotá se abrió paso por la calle Jacinto Benavente con el acompañamiento de la banda de cornetas y tambores de Santa Bárbara de La Línea. La talla completa del misterio iba de estreno este Viernes Santo, con una indumentaria de salida del Santo Ángel Confortador, además del juego de túnicas y roquetes del cuerpo de acólitos.

El Cristo de la Misericordia mantuvo su solemne desfile bajo el silencio roto por la banda, arañando sobriedad a su estación de penitencia. El crucificado hizo al paso de los costaleros uno de los recorridos más largos con más de cuatro horas de desfile. Uno de los puntos de mayor interés estuvo en su travesía por el parque María Cristina sobre las diez de la noche, flanqueado por cientos de devotos y bajo una luz apagada que disparó el sentimiento más cofrade. Sobre las once realizó la Carrera Oficial y tras presentarse ante la Palma emprendió su regreso a su añorado Corpus.

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