Religión pop

Hoy la juventud se mueve a golpe de llamadas y mensajes, y la música es sin duda un medio muy eficaz para articularlos

Hace algún tiempo, estábamos un amigo y yo visitando una iglesia de estilo gótico-mudéjar cuando de repente la campana de la torre nos dio aviso de la misa del mediodía. Como además era domingo, ya nos quedamos allí para escucharla, con esa curiosidad como de turista despistado que tiene uno cuando se aleja demasiado de su feligresía. Nada más aparecer el sacerdote por el presbiterio junto a los monaguillos, un entusiasta grupo de jóvenes con guitarra y buena percusión se arrancó a cantar con determinación. Entonces mi amigo, más de Trento que del Vaticano II, me hizo un gesto de desaprobación mientras sentenciaba tajante: “Mal empezamos”.

No parece, sin embargo, que la Iglesia vea con desagrado el acompañamiento musical a sus celebraciones y actividades, como se ha podido comprobar en la reciente y exitosa JMJ de Lisboa. Si San Agustín decía que “rezar cantando es orar dos veces”, no se puede decir que nuestros jóvenes hayan rezado poco junto a la desembocadura del río Tajo. Ni que los sacerdotes allí presentes no hayan contribuido a ello. Ahí tienen al famoso portugués Guillherme Peixoto, el cura DJ, con su clergyman ante la mesa de sonido, dispuesto a pinchar a Leonard Cohen y lo que hiciera faltar para animar la espera de los miles que hicieron la vigilia aguardando las palabras del Papa. Hoy la juventud se mueve a golpe de llamadas y mensajes, y la música es sin duda un medio muy eficaz para articularlos, espoleado por las redes y las nuevas plataformas.

No de otra forma se entiende el éxito de grupos como Hakuna, más que banda una organización con más de cuarenta componentes, con sus letras de canciones con fondo religioso arreglados con agradables melodías de pop clásico, y que arrasan en las redes, hasta el punto de llenar conciertos por todo el territorio. Podría encontrarse un cierto antecedente en nuestros Siempre Así y su Misa para la alegría, aunque la impronta rompedora (aunque aquí ciertamente contenida) que da el pop-rock lo hace más universal y extensivo. En esta sociedad posmoderna tan poco dada a la reflexión, es sobre todo en el ámbito de la sentimentalidad donde crecen los nuevos movimientos sociales, de toda índole, también los espirituales. Y hace bien la Iglesia en fomentarlos, sobre la base de que, como expone el papa Francisco en su Evangelii Gaudium, “con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”.

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