La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Navidades de película

Imaginen la felicidad de los afortunados niños que vieron "Blancanieves" en el Coliseo aquellas Navidades de 1941

Si, como decíamos ayer, la Navidad debe al cine, empezando por White Christmas, algunos de sus más hermosos himnos, no menos debe a algunas películas íntimamente unidas a los recuerdos navideños de varias generaciones.

Empecemos por lo que aún perdura en algunas memorias. Alguien que hoy tenga entre 91 y 86 años, es decir nacido entre 1931 y 1936, y que por lo tanto tenía entre cinco y diez años en 1941, quizás recuerde la Navidad en la que vio Blancanieves, estrenada en el Coliseo España el 18 de diciembre de ese año. Duras Navidades de durísimos tiempos en los que solo los niños más afortunados pudieron disfrutarla en aquel lujoso cine de alfombras, mármoles, lámpara (hoy en el Lope de Vega) majestuosa y porteros uniformados con galones y entorchados. Llegó, cosas de nuestra guerra, con cuatro años de retraso: en Estados Unidos se había estrenado el 21 de diciembre de 1937.

En aquellos tiempos difíciles estos retrasos eran habituales hasta que los pactos hispano-americanos de septiembre de 1953 normalizaron la distribución: Pinocho no llegó hasta 1944, Bambi hasta 1950 y Dumbo hasta 1952, con cuatro, ocho y once años de retraso. Cosas de la otra guerra. Y eso que entre 1941 y 1943 -el mundo en plena guerra mundial y nosotros tan amigos de Hitler y Mussolini- Hollywood, con la Metro al frente, desplegó una gigantesca campaña publicitaria a página completa en todos los diarios anunciando la reanudación de la exportación de sus películas bajo los eslóganes Los bienintencionados embajadores de la pantalla, ¡Lo que para usted significa el cine americano! o ¡A la felicidad por la vía del cine!; y con textos como este: "Las cintas americanas en los cines españoles son indicio de un renovado interés por los ratos más agradables de la vida, del resurgimiento de la alegría en el mundo… Los films de Hollywood tienden un puente a través del mar que ahora llega a las pantallas y los corazones del pueblo español. Estas películas son algo más que una magnífica diversión, ayudan a olvidar las realidades de la vida".

¡Y tanta falta que hacía! En los años 40 los cines se abarrotaban buscando calor para los cuerpos y los corazones. Para hacerse una idea de hasta qué punto era cierto lo que la publicidad decía imaginen la felicidad de los (en muchos sentidos) afortunados niños sevillanos que vieron Blancanieves en el Coliseo aquellas Navidades de 1941.

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