¿Existe la emergencia climática?

Más de 1.600 científicos de todo el mundo, varios nóbeles incluidos, firman la declaración ‘No hay emergencia climática’

He podido leer en varios medios, con sorpresa debo reconocer, la declaración firmada por más de mil seiscientos científicos de todo el mundo, varios nóbeles incluidos, titulada No hay emergencia climática.

Con sorpresa triple: primero, por el hecho de que un documento radicalmente disidente sobre el llamado ahora “cambio climático” haya podido abrirse paso hasta la opinión pública y contra la posición auspiciada por los gobiernos y las agencias internacionales, generadores de una censura casi absoluta al respecto. En segundo lugar, por la constatación de que son miles los investigadores que no comulgan con ruedas de molino climático, algo muy esperanzador para quienes valoramos una ciencia independiente de los poderes políticos. Sólo en tercer lugar, la relativa sorpresa de que apenas doce españoles se hayan sumado a la declaración, lo que hace ver el grado no de unanimidad, que no existe, sino de coerción que se ejerce en este campo, como en todos los relacionados con la corrección política, en la ciencia y la Universidad española.

La declaración comienza afirmando lo que todo el mundo sabe, aunque se oculte a menudo: el clima de la Tierra ha variado desde que existe el planeta, con fases naturales frías y cálidas. “La Pequeña Edad del Hielo terminó en 1850, por lo tanto, no sorprende que ahora estemos experimentando un período de calentamiento”. Más aún, el mundo se ha calentado significativamente menos de lo previsto por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Conviene recordar que ni una sola de las catastróficas predicciones con las que se nos viene aterrorizando se ha cumplido.

Tras un firme alegato en contra de las medidas actuales para la reducción de emisiones de CO2 a la atmósfera (no es un contaminante, sino la base de la vida), recalcan que no hay evidencia estadística de que se estén intensificando los huracanes, las inundaciones, las sequías y los desastres naturales similares. Sin embargo, afirman que sí existe una amplia evidencia de que las medidas de mitigación de CO2 son tan dañinas como costosas. Ojalá, me atrevo a añadir, sólo una parte de esos enormes gastos se empleara para erradicar el hambre y la pobreza en el mundo, además de en la lucha contra la auténtica contaminación medioambiental. Finalmente, un claro mensaje: “La ciencia del clima debería ser menos política y las políticas climáticas deberían ser más científicas”.

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