Cultura

Purili convierte su debut en Cante Grande en hito flamenco

  • El artista linense rompe por bulerías en una noche para el recuerdo

Purili, durante la velada del viernes en la Sociedad del Cante Grande.

Purili, durante la velada del viernes en la Sociedad del Cante Grande. / j. m. s.

Alonso Núñez, Purili (La Línea, 2000), sacó su mejor muestrario de cante y baile para derrotar al público con un arma fundamental: enseñarle la belleza que encierra el flamenco cuando lo que parece y es tan difícil se hace sencillo, natural. Que fluye como el agua. Así fue el debut oficial de este jovencísimo cantaor gitano en la Sociedad del Cante Grande de Algeciras en la noche del viernes. Todo él fue un escaparate repleto de contenido compuesto por personalidad, pasmoso conocimiento, responsabilidad y entrega. El Purili comenzó a aparecer por el ambiente flamenco algecireño hace ahora un año. Apenas había cumplido 17 y hoy ya se arrima a la mayoría de edad. Desde el principio lo hizo con la humildad, aplomo y seguridad en sí mismo que le son características. Sorprendió a toda la afición y dejó sentado que esto va en serio. Hasta el punto de que encaró y superó como un verdadero profesional el reto de un recital en solitario en una de las entidades jondas más antiguas de España.

El artista linense, fenomenalmente acompañado por la guitarra chiclanera de José de Pura, fue de menos a más. Su voz, en pleno proceso de cambio dada su apabullante juventud, fue calentándose y abriéndose a distintas tonalidades y colores a medida que avanzaba la noche en Cante Grande. Su presencia ya para ser un debut oficial había generado gran expectación. Fue por ello que la sede de la Sociedad se convirtió en un hervidero de seguidores del cante, el toque y el baile en vivo. Hubo lleno en la avenida de La Cañá en una velada con sabor a grande e importante que no quisieron perderse profesionales como José El Pañero, José Canela o Sara Vázquez. Ni se recuerda fácilmente un estreno de alguien tan joven en una peña fundada en 1970 y por la que han pasado centenares de intérpretes en casi medio siglo de existencia. Pero a El Purili, hecho un pincel con su traje y su pañuelo al cuello, hay que verlo, oírlo, dejarse sorprender por él, por sus maneras y su entusiasmo de elegante y absoluto forofo del flamenco.

Cumplió muy bien por soleá y por fandangos en la primera parte y dejó lo mejor para el segundo acto. Transmitió por seguiriyas -no se escuchaba una mosca en la repleta sala- y cuando coronó por bulerías directamente rompió la baraja con ese estado de alegría, tensión festera y celebración de la vida desde y por el flamenco que solo los cantaores con calidad de muchos quilates son capaces de generar a su alrededor. Purili, fiel a su escuela Pañera, bailó y expresó décadas de compás gitano-andaluz con una facilidad arrasadora y en el mero espacio de una loseta. Eso es una capacidad. Y no todo el mundo la tiene.

Todo eso hicieron de estas horas un hito histórico para el flamenco campogibraltareño. Debutó El Purili en Algeciras. Se cumplió su sueño y el de una afición agradecida y feliz que pudo verlo, vivirlo y sentirlo.

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