Cultura

Niño Josele vuelve con 'El mar de mi ventana'

  • El guitarrista se acompaña de Paco de Lucía, Tomatito y Duquende, entre otros, en su nuevo disco

Niño Josele vuelve, y lo hace para transitar, de nuevo, por la senda de los orígenes, en busca de las esencias del flamenco. El mar de mi ventana (Warner) es el trabajo más vinculado a las raíces que factura este guitarrista almeriense, cuya amplitud de miras ha virado su instrumento en tantas ocasiones hacia los parajes liberadores de la fusión, hacia una expresividad que no concebía las fronteras impuestas por otros. El intérprete reconoce que tenía "unas ganas enormes" de embarcarse en una grabación que le devolviera a las raíces. "En los últimos discos había tocado con grandísimos músicos de jazz: en Española estaba Phil Woods; en Paz, Marc Johnson, Horacio el Negro, Tom Harrell...", rememora. Pero acompañar a Paco de Lucía en una larga gira fue calando en su ánimo. "Cuando paré, después de todo ese tiempo tocando flamenco con él, notaba que era el momento para un disco así. En realidad, era una necesidad que sentía ya en el escenario", asegura.

Niño Josele compuso los temas que conforman el elepé en las playas de su tierra, en San José y en el Cabo de Gata. En su interior rumiaba un propósito, "tal como están las cosas en el planeta, quería que la música tuviera vida, que transmitiera un grito de esperanza". A esas buenas vibraciones del conjunto ayuda el clima de complicidad en el que se fraguó el álbum, unas colaboraciones "que salieron con mucha naturalidad, no fue nada calculado", una lista en la que destacan Tomatito, Duquende, la familia Morente o Paco de Lucía. "Grabar con Paco es como compartir escenario con él: un verdadero regalo. Quería que estuvieran él, también Tomatito. Son músicos a los que admiramos todos los que tocamos la guitarra y todos los aficionados. Tomatito es familia y ha sido más fácil que estuviese en el disco. Teníamos pensado desde hace tiempo hacer algo juntos, pero no se daba la ocasión", explica.

En El mar de mi ventana también sobresalen otras presencias fundamentales, las de los hijos de Enrique Morente, José Enrique, Soleá y Estrella, que prestan sus voces al tema Granada enamorá. La huella del cantaor fallecido no pasa desapercibida: a él está dedicada la pieza que da título al álbum, y otro de los cortes, Alcazaba de Almería, supone un homenaje de Niño Josele a su tierra, pero también un recuerdo al lugar donde a los 17 años el guitarrista debutó sobre las tablas junto a un grande. "Morente fue el primero que confió en mí como artista, que me dio credibilidad", señala el músico.

La nostalgia da paso a la ilusión: está "muy contento", expresa, por la participación en el disco del sevillano Juan de Juan. "Es uno de los grandes bailaores, tiene garra, intuición, lo que lo hace versátil para todo tipo de músicas. Me ha metido unos pies en una rumba, y también su compañera Lola Molina pone la voz, que es una de las más bonitas que hay ahora mismo".

Cuando Niño Josele habla de su última creación, afloran las diversas influencias que han ido configurando su modo desprejuiciado de entender la música: desde Sabicas, Niño Ricardo o Melchor de Marchena hasta Stravinski, "que es lo que he estado oyendo últimamente". El intérprete siempre tuvo claro que no se ceñiría al flamenco, en su sensibilidad hacían mella otros sonidos. "Desde muy pequeño, oía discos de artistas de fuera que me traía mi padre [el cantaor y guitarrista Josele] de sus conciertos por el mundo. Con 12 años cayó en mis manos un disco de Piazzolla y me quedé impresionado, porque pensaba que el tango era otra cosa. Me pasaba las noches con la radio, que me descubrió lo que hacía gente como Charlie Parker, John Coltrane o Miles Davis". A este último lo versionó en Miles Español, un CD que grabó junto a Carles Benavent, Jorge Pardo, Chano Domínguez y Chick Corea, otro maestro que seguía en sus años jóvenes y con el que ahora comparte directos en el mítico club Blue Note.

De todos los grandes que ha frecuentado en su carrera, Niño Josele ha aprendido que "de joven eres un inconsciente, pero con los años te das cuenta de que no tienes ni idea. Es lo que me transmitieron los maestros. Cuando llegan a una meta, siguen preguntándose, mantienen el asombro, y se sorprenden cuando alguien toca bien, hace algo extraordinario".

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