Cultura

Algeciras, abandonada a su suerte

  • Llega a la comarca 'El Rey de Algeciras', la cruda obra del algecireño Juan Alberto Salvatierra, revisada por el Centro Andaluz de Teatro. Crítica social, humor y personajes degradados desfilan por el escenario

El Rey de Algeciras, la obra del algecireño Juan Alberto Salvatierra, se estrenó en 2003. El Centro Andaluz de Teatro la acaba de revisar para volver a llevarla a los escenarios. El montaje, dirigido por Julio Fraga, comenzó su nueva singladura el mes pasado en Sevilla y ahora hace parada en el Campo de Gibraltar. Sus crónicas, noticias y promoción la preceden y, aquí en la comarca, especialmente en Algeciras, los que no la vieron aquel 2003 quizá lo que más se pregunten es si, efectivamente, el texto deja en tan mal lugar a la ciudad, si Algeciras queda retratada de forma tan depauperada y cruda. La respuesta es sí.

Salvatierra es joven y más lo era cuando escribió la obra, en la que se desborda la ruda fuerza de la creación de los pocos años, de una pluma afilada, de tinta crítica. Tanto vigor que en algunos pasajes incluso los trazos se plasman de manera demasiado gruesa. No obstante, el tono general hacen de El Rey de Algeciras un trabajo que hay que ver, porque sus matices plantean debate, generan reflexión.

Siete personajes -interpretados con solvencia-, a cual más degradado. Un retablo de miserias humanas. Y un gran interrogante: ¿Son víctimas? Más parecen ser desheredados y he aquí un matiz para la apuntada reflexión. Desheredados de lo que podían haber sido y no son.

La mayor víctima es Algeciras, atrapada en sus circunstancias y manejada por quienes ni han sabido ni saben sacarla de tan terrible condición. Aquí yace la crítica social con la que Salvatierra alimenta su obra, pacientemente, filtrándola por las escenas.

Lo duro no es la foto fija que revela el autor de la ciudad. Lo duro es que Salvatierra no deja ninguna puerta abierta a la esperanza. No era su obligación hacerlo ni encontrarlas. Es duro también ver a sus personajes sin una gota de dignidad. Cuando la muestran, más parece un estertor de la dignidad que tuvieron y no de la que les queda. Es dramático comprobar que el que guarda más ilusión es el más ingenuo. Salvatierra no los juzga de ninguna manera. Era su obligación. Hablamos de teatro y de creación. De lo contrario habría salido un panfleto.

A la espera del Rey Godot, apenas dos contenedores de los que pueblan el puerto y aparejos de pesca forman una escenografía por la que el algecireño también hace desfilar el humor. Una necesaria válvula de descompresión en un universo decadente.

El Rey de Algeciras se representó ayer en San Roque para estudiantes de Secundaria. Hoy (21.00 horas) la podrá ver el gran público en el mismo escenario, el teatro Juan Luis Galiardo. El domingo (20.30 horas) se llevará a escena en La Línea, en el teatro La Velada.

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