El algecirista tiene un callo en el corazón a prueba de bombas de tanto sufrimiento acumulado a lo largo de su más que centenaria historia y en las últimas campañas. Pero eso no le impide recorrerse más de 1.600 kilómetros en apenas 24 horas para acompañar al equipo de sus amores. Todo para volver a sufrir. El viaje de ida fue ilusionante y durísima fue la vuelta. La hospitalidad de la ciudad de Astorga no pudo paliar la pena.

Astorga, una ciudad vestida de verde durante esta fase de ascenso, fue caldeándose conforme se acercaba la hora del partido. La charanga y la grada de animación daban sonido al campo de fútbol maragato. La Eragudina registró un buen ambiente.

Más de un centenar de hinchas del Algeciras ponían el color rojo y blanco en una grada supletoria. Muchas banderas, camisetas, bufandas. No faltó la Peña La Bufanda, liderada por la incansable Carmen, que llegó en su habitual autobús. También hubo quienes llegaron en coche. Entre los hinchas estuvo también el exdirectivo Daniel Correa, llegado desde Aranda de Duero, donde tiene actualmente su residencia.

Todos ellos se llevaron de vuelta una decepción, un muy buen trato del club rival, ya amigo del Algeciras, y el perdón sincero de los jugadores al término del partido con la cruel tanda de penaltis. Poco premio para tanto esfuerzo.