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Sombras de dopaje y eliminación

  • Tras despedirse de la Copa Confederaciones, Rusia vuelve a estar en el punto de mira a propósito del 'Informe McLaren'

  • La FIFA y la AMA continúan con su investigación

El temprano fin de fiesta en la Copa Confederaciones no desató una crisis en Rusia. Pero al día siguiente, la sombra del dopaje volvió a cernerse sobre el organizador del Mundial de 2018.

Las acusaciones, llegadas desde Inglaterra, causaron más agitación que la derrota por 2-1 contra México. Todo el equipo ruso del Mundial de 2014, entre ellos cinco jugadores en la nómina actual de la Confederaciones, estarían involucrados en el escándalo de dopaje estatal, según el periódico The Mail on Sunday.

La primera eliminación de un anfitrión del torneo en la fase de grupos en 16 años pasó rápidamente a un segundo plano. La Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) aclaró que, en colaboración con la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), hay investigaciones en curso contra futbolistas rusos.

La FIFA no dio ningún nombre, alegando que las pesquisas, que se derivan del Informe McLaren sobre el dopaje sistemático y con cobertura del Estado en Rusia, todavía están inacabadas.

En la primera parte de la investigación encargada por la AMA, el jurista McLaren afirmó que entre los centenares de muestras de controles antidopaje desaparecidas en Rusia 11 era de futbolistas.

Este espinoso asunto llega en mal momento a Rusia, en pleno intento de limpiar la imagen del país un año antes del Mundial.

Su eliminación del torneo que organiza no desencadenó una crítica abrumadora. Y mientras en Kazán los fans silbaron a su equipo de forma esporádica, en el resto del país lo ocurrido resultó más bien indiferente.

Los medios también comentaron la derrota de forma objetiva. "Si nuestra selección fuera tan buena como el país y los estadios, entonces estaríamos en semifinales", ironizó Sport-Express, que no admitió que no hay mucha alternativa: "Tenemos que entender que no tenemos otra Sbornaya".

Al equipo local le faltan grandes estrellas, y con esos mimbres debe seguir trabajando el seleccionador nacional, Stanislav Cherchesov, que continúa enviando un mensaje positivo: "El equipo jugó con todo su corazón y eso es algo que nadie duda, ni en la televisión ni en el estadio".

Tampoco parece que haya dudas en la cima del Gobierno. Tras el final del partido, Vitaly Mutko, ministro de Deporte, bajó al vestuario a dar la mano a los jugadores. No hubo reprimendas, aseguró el hombre más señalado por su expulsión, Zhirkov.

La nota discordante la dio una vez más el vicepresidente del Parlamento ruso, Igor Lebedev, que criticó con dureza a Zhirkov por su tarjeta roja. "No tenía derecho a recibir dos tarjetas amarillas en un partido así", declaró a la agencia R-Sport. "¡En el vestuario habría que haberle dado en la cara, de hombre a hombre! Dejó al equipo abandonado a su suerte. ¡Eso no se hace!", agregó.

Lebedev ya generó polémica hace semanas con su propuesta de convertir las peleas entre hooligans en una nueva disciplina deportiva.

Sea como fuere, a Rusia aún le queda un largo camino hasta convertirse en una auténtica nación futbolística, y también hasta que las acusaciones por dopaje desaparezcan por completo.

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