Yoga, actividades grupales, sesiones de piscina y de vídeo, todo ello encaminado a visualizar el gran premio, el oro, un objetivo que persigue una selección femenina que jugará su segunda final en un Mundial, esta vez ante la todopoderosa Estados Unidos.

El equipo de Miki Oca volverá a una final después de tres años de la última, curiosamente un partido que se jugó en la piscina de la Isla Margarita, una de las cunas del waterpolo mundial, donde España se llevó el oro europeo en 2014.

España juega contra el favoritismo de las estadounidenses, campeonas de todo y que no pierden un partido en una gran competición desde el Mundial de Kazán de 2015, una derrota a la postres intrascendente.

Defensa, anticipación, pero también creer en que el objetivo es posible. Ahí entra la psicología positiva, la visualización del éxito, a veces por medio del recuerdo de éxitos pasados, otras por lo que el deportista piensa que puede lograr. Oca lleva la batuta en el plano deportivo y emocional. Y sus jugadoras creen en efecto que pueden dar la sorpresa en un Mundial en el que el equipo masculino acabó noveno después de vencer ayer a Japón (11-13)