Cualquiera que sea la conformación, tamaño o necesidades de los individuos de la amplia gama de organismos vivos, no sólo necesitan agua, sino que deben contenerla en un estrecho límite de pérdidas que no sea superior al 15 por ciento. Así, en el caso del organismo humano, cuando llega a haber una disminución del 1 ó 2 por ciento, de inmediato se produce una advertencia en forma de sed que nos obliga a reponer el vital líquido, aunque un 70 por ciento de nuestro cuerpo sea agua (unos 50 litros o kilos).

Si por alguna razón no podemos saciar la sed y continúa reduciéndose el contenido de agua en el cuerpo, una disminución del 5 por ciento ya afecta sensiblemente al organismo, y una reducción del 12 por ciento puede ser suficiente para producir la muerte a una persona, aunque haya quienes soportaron una pérdida del 15 por ciento. Una persona puede estar sin comer alimentos sólidos durante 20 ó 30 días; sin ingerir agua sólo 4 ó 5.

Hay quienes argumentan que no beben agua porque consumen abundante cantidad de líquido al tomar mucho café o té, pero la cafeína hace orinar con más frecuencia, lo que contrarresta las ventajas de este líquido adicional. El café, el té, la cerveza y otras bebidas refrescantes o alcohólicas nunca podrán sustituir al agua.

Ha de tenerse en cuenta que en los ancianos la sensación de sed se percibe menos, sobre todo si no se mueven. Su vejiga concentran menos la orina (sobre todo en los hombres si padecen de la próstata); así que no retienen el agua en el cuerpo con la necesaria eficacia. Por eso necesitan beber varios vasos de agua al día aunque no sientan sed; es cuestión de adquirir la costumbre. Además, les conviene beber suficiente agua durante el día, sobre todo si es verano, entre otras razones ventajosas, por mantener en la vejez una piel lo más tersa y joven posible, porque el envejecimiento de la piel está asociado a la pérdida de agua en el organismo.

Todos necesitamos beber suficiente cantidad de agua al día, sobre todo ahora que se avecina el verano, sin que tenga que apremiarnos la sed por las citadas razones y algunas más que se exponen. El equilibrio de agua en nuestro organismo está muy ligado al nivel del sodio en sangre y es un indicio de la cantidad de agua existente. La sal, de la que uno de sus componentes es el sodio, es higroscópica, es decir, que tiene la propiedad de absorber la humedad. Cuando es muy elevado, retiene agua para diluir el exceso de sodio y sales minerales; entonces se siente sed y se produce menos orina.

El calor, la humedad y el ejercicio físico aumentan la necesidad de agua, porque a la que se elimina por la orina se agrega la del sudor, debiéndose aumentar la ingesta de abundante líquido, sobre todo cuando se practica un deporte o el trabajo sea de tipo físico.

El agua es muy necesaria para disolver y transportar no sólo los alimentos, sino también las secreciones. Para que las funciones vitales se desarrollen con normalidad, el cuerpo humano precisa eliminar diariamente más de un litro de agua de su constitución; ello se hace principalmente por la orina. Además, para la prevención y eliminación de cálculos renales no hay nada como el agua.

Por último, brindo una saludable costumbre: la de beber en ayunas un vaso de agua a temperatura ambiente. Es un hábito que ya practicaban los romanos de la Antigüedad, y que recomiendan algunos médicos. Puede parecer poco apetecible al iniciarse, pero merece la pena por el indudable beneficio de eliminar toxinas de la corriente sanguínea a través de nuestros eficientes riñones, por los que toda la sangre de nuestro cuerpo pasa muchas veces cada día.

DOCUMENTACIÓN: Diversos libros de Medicina,consultas a facultativos y publicaciones de la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía.