Gibraltar y pérez reverte

Dado que se ha servido de conocimientos aportados por otros, no habría estado mal que los mencionara

Dos intervenciones públicas recientes de otros tantos políticos gibraltareños, debieran de habernos llamado la atención. Bien es verdad que, como puedo comprobar por mí mismo, la cuestión de Gibraltar pone a nuestros políticos mirando hacia La Meca, incluso a aquéllos a los que afecta de modo directo y próximo. A veces pienso, con esa ilusión infantil que no me ha abandonado por completo, que cuando aparezco en público, sobre todo si es teniéndome a mano, aparecerá alguien a rebatir mis argumentos o, quizás, a declarar su desacuerdo. Pues no, nada de nada. O es que pasan de mí o es que prefieren optar por ese silencio elocuente que no les pone en un aprieto ni les compromete. Un poco de vergüenza ajena siento pensando que lo que hacen es eso que se llama en el teatro “mutis por el foro”.

Lo de ignorar lo que se cuece para evitar que les salpique o porque no tienen nada que decir me preocupa más que su manifiesta indiferencia por lo que opinamos los estudiosos que estamos libres de ataduras. Y lo que se cuece se trasluce con sorprendente claridad en los discursos de los primeros actores en escena; de lo que se trata es de marear la perdiz. Del mismo modo que para saber lo que está tramando el Gobierno de España con los separatistas, es a éstos a los que debe escucharse, para estar al tanto de las aspiraciones de la corte gibraltareña, es a los yanitos a los que hay que tener en cuenta y, ya puestos a ello, observar que, aunque aparecen un poco inquietos, no se les ve detenidos en sus propósitos de ir echando suelo sobre el mar circundante con la ayuda necesaria de los proveedores españoles.

La boutade del otro día en el Florida, emanada de un Pérez Reverte en olor de multitud y poseído por el endiosamiento que produce el éxito en las mentes de menor cuantía, no es más que eso, una tontuna revestida de gracieta para despertar el fervor de sus incondicionales que, irreflexivamente, aplaudieron eso de que “Gibraltar da de comer a mucha gente” sin considerar que no todos los modos de quitar el hambre son buenos para el personal. Pero, en fin, el aplauso, como el comer y el rascar es cuestión de empezar. El asunto no merece más atención que la que se le presta al mencionarlo. El escritor se ha servido para sus novelas, como es natural, de los conocimientos aportados por los investigadores, sobre todo de la zona. No habría estado mal que los hubiera mencionado en lugar de decir tonterías.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios