Campo de Gibraltar

Sin edad ni condición social

  • Especialistas en violencia de género de la Guardia Civil afirman que estos delitos no están asociados a ningún estatus económico o edad

  • Alertan del peligro de las redes sociales

Francisco, guardia civil de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial encargada de los delitos contra menores y mujeres.

Francisco, guardia civil de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial encargada de los delitos contra menores y mujeres. / erasmo fenoy

No existen perfiles de agresores, ni condición social o económica ligada a la violencia de género. "Por desgracia es un fenómeno que está generalizado, que tiene que ver con la falta de madurez de la sociedad actual, que sigue siendo bastante machista y continúa pensando que la mujer es propiedad del hombre". Así de rotundo se muestra Francisco, guardia civil del equipo de menores y mujeres de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Comandancia de Algeciras.

Habituados a realizar la investigación criminal de estos casos, el agente relata cómo es el trabajo que la Guardia Civil lleva a cabo en este campo. La maquinaria se inicia con la denuncia. "Algunas mujeres solo se atreven a hacer una llamada telefónica. Otras veces acuden ellas mismas o lo hace algún familiar o amigo, incluso algún hijo. Ese es el momento que activa todo el protocolo posterior", explica el agente de la Policía Judicial.

La dependencia emocional lleva a algunas mujeres a retirar la denuncia

La intervención de los especialistas de la unidad orgánica solo se requiere en los casos de homicidio. Para los de menor gravedad, son los guardias asignados a los diferentes cuarteles los que recaban toda la información para entender qué ha sucedido, al tiempo que ofrecen a la víctima los distintos recursos y ayudas disponibles a su alcance. "Ellos son los responsables de hacer el seguimiento, valorar las amenazas a las que está expuesta y adoptar las medidas que se consideren oportunas dependiendo de las circunstancias que rodean a cada caso", explica el agente.

La denuncia lleva aparejada en la mayoría de los casos la solicitud de una orden de protección, la cual suele ser concedida por la autoridad judicial y comunicada tanto a la víctima como al agresor. Empieza entonces un recorrido de asistencia a la mujer y de valoración de los riesgos que se van presentando, labor que solo concluye cuando el caso se cierra judicialmente. "Mantenemos un contacto continuo con la víctima para comprobar que está recibiendo las ayudas que exige su caso y para saber si el agresor está cumpliendo o no con las condiciones establecidas", manifiesta.

En los casos de homicidio, los especialistas de la Guardia Civil realizan una investigación relacionada con el hecho en sí y con las circunstancias que originaron el fatal desenlace. "Nos interesa saber si había denuncias previas o si esta violencia era conocida por su entorno más cercano. Los hijos adolescentes son una gran fuente de información para estos casos. Todo este trabajo nos sirve para programas de prevención y mejorar nuestros planes de formación", dice.

Como señalaba Francisco al inicio de la conversación, la violencia de género no tiene un perfil determinado, no responde a unos parámetros exactos, sino que se extiende de forma transversal por toda la sociedad. "Nos encontramos con mujeres que aunque independientes económicamente, con formación y recursos, se ven envueltas en un episodio puntual de violencia. Algunas de ellas incluso pueden llegar a justificar el hecho y retiran la denuncia al poco de iniciar los trámites", relata el agente, quien pone de manifiesto la dependencia emocional que tiene la mujer con respecto al hombre, que le jura y perjura que no volverá a hacerlo.

Aunque la edad más vulnerable a la violencia de género se sitúa entre las mujeres de 30 y 50 años, el Emume (Equipo Mujer-Menor) también se ha encontrado con casos en ancianas y menores, un hecho que es aún más preocupante y del que ya están alertando también los fiscales dedicados a los delitos de menores.

El guardia civil asevera que el fácil acceso a la información que está permitiendo las redes sociales generan situaciones de celos que antes no se conocían. Los grupos de amigos en redes sociales permiten al agresor estar continuamente informado de lo que hace o lo que dice su pareja y esto origina situaciones que antes no se daban. "Creo que la sociedad no ha sido preparada para la irrupción de este tipo de tecnología, y que en el caso de los jóvenes esta carencia es mucho más grave puesto que se trata de personas que aún están formándose como adultos. "No están maduros para usar un arma tan poderosa como las redes sociales, donde hay que actuar con prudencia. Cuando nos sacamos una foto íntima con nuestra pareja no somos conscientes de que esa imagen puede ser utilizada en el futuro contra nosotros. Si esa relación finaliza, es material para chantejear o amedrentar a una persona", concluye.

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