Provincia de Cádiz

"Tenemos que repensar el actual Estado de las Autonomías"

  • Miguel Arias, hombre fuerte de Rajoy, analiza el origen de la crisis y ofrece recetas para desactivarla · Afirma que España no puede seguir el ritmo de su gasto público

El diputado del Partido Popular, Miguel Arias, estuvo ayer en el Foro de Cádiz, que organizan el Casino Gaditano, Cajasol y Diario de Cádiz, para hablar de economía y explicar lo que él mismo calificó como un asunto árido, que abordó con tono didáctico para contar cómo triunfamos, cómo nos hundimos y cómo emergeremos (si lo hacemos). El mensaje fue optimista: saldremos de ésta. Pero, al mismo tiempo, describió un estado de colapso económico tal que creaba un ánimo de "entierro de tercera".

La conferencia de Miguel Arias arranca cuando Rodrigo Rato, en 1997, anuncia que España entrará en la zona euro. "Sólo Rato creía en ello. No cumplíamos ni uno de los requisitos. Para empezar, teníamos un déficit de 6,7%, que por entonces parecía enorme -ahora supera el 11%-. Durante esos tres años Rato aplicó una enérgica consolidación presupuestaria. Jamás permitió, ni entonces ni después, que el gasto público estuviera por encima del crecimiento económico. En tres años conseguimos todos los objetivos sin manipulaciones estadísticas, como se ha visto después que hicieron otros países. Y entramos en el euro con un tipo de cambio competitivo. La austeridad hizo que los mercados creyeran en España. Observaban con agrado que se reducían impuestos, por lo que había facilidades para que hubiera créditos y el dinero fluyera. Entre el 96 y 2003 España generó la tercera parte del empleo que se creaba en la Unión Europea. Mientras todo esto sucedía, Rodrigo no perdía de vista la inflación. Yo fui ministro de Agricultura con él y más me valía que no me subiera demasiado el pollo porque me la cargaba. La inflación estaba controlada al milímetro".

Aquel gabinete al que pertenecía Arias fue más allá e intentó aplicar una reforma laboral en 2003, cuando el ciclo económico se agotaba. Fue contestada con una huelga general que le costó el cargo al ministro de Trabajo, "pero sabíamos que en un desajuste la rigidez de nuestro mercado laboral no permitiría maniobrar porque ya no podíamos utilizar la devaluación como instrumento al estar integrados en la moneda única. Así las cosas, cualquier desequilibrio en países con una política monetaria igual, pero no sincronizados, nos llevaría a la pérdida de empleo". Pero España era un país de éxito. Éramos la octava economía mundial. Estábamos de moda. Y estar de moda es peligroso.

Ya desde la oposición, Arias observa "el espejismo". En un entorno de inmensa liquidez es difícil no coger el dinero. Lo cogía el Estado, lo cogían los empresarios, principalmente los constructores, y lo cogían los consumidores. "Crecíamos y los mercados prestaban a mansalva. Llegamos a construir en 2006 más viviendas que Alemania, Reino Unido, Italia y Francia juntos. Nos estábamos haciendo vulnerables. Se estaba mezclando una burbuja inmobiliaria con una burbuja crediticia. En el periodo 2006-07, la construcción proporcionaba el 13% del empleo, un empleo que no necesitaba cualificación y que atraía mano de obra inmigrante. A los inmigrantes también los bancos les prestaban para que adquirieran casas sin mirar los riesgos. El endeudamiento familiar creció de un 70% de los ingresos medios a un 130%. Toda España jugaba a la burbuja. Cuando todo estalló, el parón en el consumo y en la inversión fue salvaje. Teníamos un millón de viviendas vacías. No podían pagar a los bancos desde las constructoras a los inmigrantes hipotecados. Nuestro sistema financiero no estaba salpicado por los derivados infectados de las hipotecas basura americanas, pero se tuvieron que quedar con un 50% de la viviendas, vendidas o no, más de 300.000 a día de hoy. Si aceptamos la morosidad reconocida de un 5%, estamos hablando de un agujero de cien mil millones de euros. Una monstruosidad. La situación nos ha dejado una tasa de paro superior al 20%, más de cuatro millones de parados, de los cuales tres millones cobran el desempleo, lo que supone una cifra muy superior a lo que está previsto gastar en infraestructuras. Para financiarnos acudimos a la deuda pública, que se ha incrementado un 78%. El pago de intereses y de amortizaciones, sumado a las prestaciones por desempleo, supone más del 30% de los Presupuestos Generales del Estado. ¿Cuál es el resultado? Que no tenemos capacidad de inversiones productivas. Y lo peor. Se ha perdido la confianza de consumidores e inversores en el futuro. Hemos perdido veinte puestos en competitividad, estamos en el puesto 42 del mundo. Necesitamos dinero y vamos a los mercados, que nos lo prestan más caro que a nuestros competidores". Así fue como acabó el sueño español.

En este escenario de pánico, Miguel Arias lanzó ayer recetas. Históricamente -"no hay recetas mágicas"-, las recesiones se han combatido con "la depreciación de la divisa (no se puede hacer), la austeridad pública y la liberalización de los mercados. Así se hizo en el 59 y así lo hizo Boyer en el 82". Pero hay un impedimento, que el nuestro "no es un Estado único. Necesitamos un plan de recuperación, no reformas parciales, y eso pasa por repensar el Estado de las Autonomías porque si no crecemos por encima del 4%, y eso no lo vamos a hacer en mucho tiempo, no podemos sostenerlo. Hay que estabilizar las cuentas públicas, tenemos una administración excesiva, 17 legislaciones. Europa puede exigirnos control del gasto, pero el Gobierno no puede decirle a Murcia, pongo por caso, que gaste menos". Criticó que se haya acallado "a golpe de talonario" cualquier conato de protesta pública. Abogó por una disciplina fiscal, una reforma laboral que no encorsete el mercado porque acaba por provocar más paro, reformar un modelo de prestación que desincentiva -aunque aclaró que no generalizaba- al que busca empleo y una liberalización de sectores como el energético. "Francia tiene la energía a mitad de precio que nosotros", por lo que sostiene que no es el momento de debates ideológicos sobre las nucleares, cuando toda Europa se abastece de esta energía.

Fue más allá al hablar de que hay que "meterle el diente" al sistema de pensiones porque "en 2060, con un pensionista por cada dos trabajadores, será insostenible" y se detuvo en el sistema educativo. Para Arias, la inexistencia de un sistema de formación profesional lastra el futuro. "Ninguna de nuestras universidades está entre las cien mejores del mundo. Se hace mucha investigación, pero se patenta poco, de lo que hay que deducir que investigamos cosas que no interesan". Puso ejemplos de otros sistemas abiertos en los que se ha eliminado la funcionarización de la docencia. "Hay países en los que las universidades compiten por tener los mejores catedráticos y los mejores alumnos". En definitiva, competitividad para contar con una mejor fábrica de ideas y, al mismo tiempo, sanear el sistema financiero para darle solidez "y ofrecer créditos a los emprendedores que lleguen con proyectos rentables".

La conferencia finalizó dando algo de esperanza: "España tiene que volver a creer en sí misma, pero también tenemos que saber que para ello hace falta trabajo duro".

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