Llueve sobre mojado. La decisión del Gobierno central de implantar un sistema de copago para los medicamentos en función de la renta, cuya intención es aumentar los ingresos públicos por vía directa, ha provocado, además de un hondo malestar social en algunos colectivos, como los pensionistas, que en apenas un mes la última subida del Índice de Precios al Consumo (IPC) sea hasta tres décimas superior a lo esperable, hasta dejar la variación interanual del coste de la vida en un 2,2%.

El propio Ejecutivo de Rajoy admitió ayer que, sin el efecto directo del copago de los medicamentos, la inflación anual en España hubiera tenido una evolución mucho más discreta, incluso hasta el punto de no sobrepasar el 1,9%. El IPC ya está sin embargo en sus máximos anuales -a pesar de la tendencia moderada de los últimos tiempos- y el análisis de los datos objetivos señala directamente a los gastos médicos como la causa principal de este cambio de ciclo en el coste de la vida, que probablemente se prorrogará cuando, a partir del próximo mes de septiembre, entre oficialmente en vigor el aumento del Impuesto del Valor Añadido (IVA), principal tributo que grava el consumo.

Los españoles ya cuentan con muchos menos recursos como resultado de la intensa política de ajustes -subida de impuestos, copago, mayores tasas universitarias y de educación- y la cesta de la compra les sale más cara que hace un año. No es el único quebranto para el bolsillo: a los gastos médicos se suman también otras alzas en consumos generales, como son la electricidad, la energía, el transporte y la gasolina. Es cierto que otros productos básicos -como la alimentación- no están contribuyendo a esta espiral inflacionista, pero lo cierto es que los efectos de la situación económica no dejan de afectar a diario al bolsillo de los españoles, preocupados por el incremento del paro y la perspectiva de un plan de ajuste -el presentado por el Gobierno ante Bruselas- que incrementará los sacrificios como mínimo durante dos largos años más.