Andalucía

Sí al Plan Bolonia, pero ¿bajo qué condiciones?

  • Los universitarios aceptan la idea de la reforma europea, pero critican el modelo de financiación y el plazo para su adaptación

La construcción del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) es ya un tren imparable al que hay que subirse sin mirar atrás. Profesores, alumnos y personal administrativo y de servicios se ven forzados a tomar decisiones sobre la Universidad del futuro sin apenas tiempo para reflexionar. Los tres pilares de la comunidad universitaria aceptan la idea de la equiparación europea, pero ¿bajo qué condiciones?

Desde los equipos de Gobierno de cada institución se teme que el nuevo sistema derive en una lucha entre las universidades de una misma comunidad. Cada una deberá especializarse en unos títulos para poder competir y atraer a un mayor número de alumnos, lo que significa más riesgo para las universidades pequeñas como las de Huelva, Almería o Jaén.

El Gobierno andaluz está tratando de llevar de la mano a las ocho universidades de su comunidad e incide en que la competencia vendrá del exterior, pero los directivos insisten en el peligro que corren ciertas especialidades que pierden alumnos año tras año, sobre todo las de letras y humanidades, y su dificultad de conseguir financiación privada.

La nueva apuesta por conseguir recursos propios, sobre todo para investigación, plantea qué va a pasar con los estudios que son importantes para el devenir de la ciencia y de la sociedad (por ejemplo, las enfermedades raras) y no van a encontrar quién los patrocine.

Por otro lado, se garantiza un reciclaje de la formación universitaria más acorde con la demanda del mercado laboral y una mayor colaboración con las empresas.

Los estudiantes y enseñantes son los más afectados por la reforma europea de la educación superior. El Plan Bolonia implica un cambio en la mentalidad del universitario, que ya no deberá conformarse con los estudios de una carrera troncal. El futuro estudiante deberá diseñar su currículum académico sin limitarse a la enseñanza que reciba en su facultad. Tendrá la obligación de autoformarse fuera de las aulas y e incluso de su propia ciudad.

Mientras que los docentes estarán obligados a reciclarse, a preocuparse por su método pedagógico y a hacer más partícipe al alumnado. También se les reducirá el número de alumnos y se les dotará de más recursos para enseñar.

Al personal de servicios y administración, por su parte, le preocupa el aumento del volumen de trabajo y que las nuevas contrataciones se realicen con rigor.

Hay muchas contradicciones en el proceso, por ejemplo que se hayan aprobado antes los másteres que los títulos de grado. Pero si la homologación de los créditos europeos, la reducción de horas o un mayor número de tutorías hacen que, como en sanidad, el usuario pase a ser el centro del sistema. Bienvenido sea.

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