Algeciras

La casa de acogida de Pescadores, otra cara más de la inmigración

  • La masiva oleada de subsaharianos a la costa tarifeña provoca un colapso que aún persiste El Padre Andrés lamenta que se acomoden y tarden en salir de la casa

Colchones por el suelo, nuevos inquilinos a deshoras o estancias que se eternizan. La casa de acogida La Esperanza de la barriada de Pescadores hace una labor tan importante como invisible es para la sociedad. La ayuda de particulares y de entidades como el Banco de Alimentos palian de alguna manera la necesidad manifiesta que predomina. El Padre Andrés Avelino es el alma máter de este hogar que en muchas ocasiones se convierte en esa primera o segunda mano humanitaria que da esperanza en la búsqueda de un mundo nuevo.

La masiva oleada de subsaharianos que cruzaron el Estrecho de Gibraltar hace dos semanas colapsando centros de internamientos, e incluso pabellones deportivos en Tarifa y otras ciudades, pero también tuvo su eco en la casa de acogida de Pescadores. Acostumbrada a tener una media de una docena de personas, ahora cuenta con casi una treintena mientras trata de recuperar la normalidad. El centro social Padre Cruceyra también está haciendo una labor muy importante y callada, ya que la mayoría de los usuarios de la casa de Pescadores almuerzan en el comedor del Carmen.

La casa de acogida ahora se enfrenta a otro problema, ya no sólo se trata de contar con ayudas suficientes para sufragar los gastos de sus usuarios, sino que algunos se acomodan de tal manera que de estancias de paso de 15 a 40 días habituales han pasado muchos a permanecer meses e incluso dos años, como lleva uno de los inmigrantes.

El Padre Andrés explica que años atrás se marchaban rápido, pero "ahora se enquistan". Apuntó que, aunque el operativo ya esté finalizado en Tarifa, ellos en Pescadores aún no han dado "carpetazo". De hecho llegaron muchos jóvenes veinteañeros estos días, e incluso tres mujeres. A más de 40 personas tuvieron dándoles cobijo, muchas ya durmiendo en colchones por el suelo porque el espacio que tienen no da para más junto a la parroquia de Pescadores.

Las ayudas económicas que pueden darle a los usuarios también son muy limitadas y el Padre Andrés reconoce que cuando le das a uno otros piden lo mismo, por ejemplo para billetes para viajar a Madrid. Esta situación, y ante la falta de colaboración institucional, les ha llevado a plantearse buscar auxilio a través de alguna ONG. "Gracias al Banco de Alimentos nos estamos defendiendo y al comedor del Carmen que nos ha liberado del almuerzo", apuntó.

También necesitan ayuda para ropa, ya que la mayoría llega a la casa de acogida con lo puesto. Ahí es importante destacar la ayuda que le prestan los vecinos del barrio y muchos particulares. Es de reseñar por otro lado que algunos acuden a la casa de acogida con algunos problemas psicológicos, por lo cual es muy relevante también subrayar la prestación de los sanitarios, así como las heridas en el cuerpo que algunos presentan.

A la cara humanitaria que se ofrece hay que añadirle la lista de necesidades y peticiones elevadas a las administraciones por parte del Padre Andrés, como la de unas simples taquillas para los usurarios, así como la ampliación de su espacio con una pequeña parte de la parcela colindante, propiedad de Defensa, que les permitiría crear desde huertos para ser autosuficientes incluso o un patio para el disfrute de los inmigrantes. Mientras esto ocurre esta casa sigue siendo un hilo de esperanza.

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