Todo está en tí

Psicología y Salud: Las diferencias entre el estrés y la ansiedad

Una persona pide 'ayuda', sobrepasada por el trabajo.

Una persona pide 'ayuda', sobrepasada por el trabajo. / M. G.

Existe una línea pequeña entre el estrés y la ansiedad. Realmente las dos se conciben como unas respuestas emocionales, pero la diferencia significativa es que el estrés suele tener una causa externa. Dicho factor desencadenante suele ser a corto plazo. Por ejemplo, el tener que presentar un trabajo en “x” tiempo, el haber discutido con tu pareja o con algún familiar o el tener un evento y y que la fecha esté próxima. No obstante, también puede ser a largo plazo, véase el caso de una enfermedad prolongada que haga estar de baja laboral. 

Los síntomas que experimentan las personas con estrés suelen ser tanto físicos como emocionales, y ahí entran la irritabilidad, la fatiga, la ira, el insomnio, el dolor muscular o los problemas gastrointestinales.

Por contra, la ansiedad suele ser por preocupación y pensamientos obsesivos que no desaparecen pese a que no haya un factor externo que lo desencadene. La sintomatología es muy similar a la del estrés, ya que engloba el insomnio, la dificultad para concentrarse o el cansancio. 

Las técnicas para poder manejar el estrés leve y la ansiedad suelen ser muy parecidas. Son, por ejemplo, una actividad física, un deporte, buena higiene del sueño, una buena alimentación y una serie de mecanismos de afrontamiento eficaces.

Dentro de los trastornos de ansiedad, los más comunes son el de ansiedad generalizada, el trastorno de pánico por ataque de pánico repentino o las fobias específicas, por ejemplo, el miedo a conducir o una ansiedad social. 

En lo que se refiere a los tipos de estrés, encontramos varios tipos, cada uno con sus características. El primero de ellos, el más común, es el estrés agudo y suele ser debido a las exigencias y las presiones del pasado reciente, anticipando un futuro cercano. Un estrés en pequeñas dosis suele venir muy bien porque nos ayuda a estar más activos, si bien el problema llega cuando hay demasiado estrés.

El estrés agudo es a corto plazo y entre los síntomas más comunes se encuentran la gran carga emocional, que se combina con diferentes emociones, como pueden ser la irritabilidad, la ansiedad y la depresión; los problemas estomacales como acidez, diarrea, estreñimiento o el síndrome del colon irritable, tan conocido y tan demostrado que viene dado por el estrés; los problemas musculares, que contemplan los dolores de espalda, de cabeza y de las mandíbulas en general; y, por último, la sobreexcitación, es decir, un ritmo cardíaco acelerado, palpitaciones, mareos, migrañas y problemas para respirar. 

Otro tipo de estrés es el episódico. Este se ve en las personas que tienen un estrés agudo, pero con mucha frecuencia y tienen siempre prisas. Siempre están llegando tarde, tienen demasiadas responsabilidades, cogen muchos objetivos a la vez y no se pueden organizar con la cantidad de exigencias autoimpuestas y las tantas presiones para querer conseguir muchas cosas a la vez. Estas personas se caracterizan porque están demasiado alteradas. Suelen estar muy irritables, así como ansiosas e intensas. Tienden a ser muy cortantes, ya que la irritabilidad se convierte en hostilidad.

Dentro de este grupo están las personalidades tipo A, que son los propensos a tener problemas cardíacos y estos se caracterizan por tener una competición excesiva. Son agresivos, impacientes y tienen un sentido muy agobiante de la urgencia. Su hostilidad se debe a que dentro de ellos hay una gran inseguridad.

Otra forma de estrés agudo episódico suele ser el que tienen aquellas personas que están todo el día preocupándose y siempre ven peligro, desgracias y catástrofes. En resumen, los penas. Ven el mundo como un sitio peligroso y poco gratificante y suelen estar tensos en cualquier situación, ya que el peligro está a la vuelta de la esquina.

Los síntomas de estrés agudo episódico suelen ser síntomas de duración prolongada, véase los dolores de cabeza -tensos y persistentes-, subida de tensión, dolor en el pecho, problemas de corazón...

El patrón de conducta que tienen en su estilo de vida. Al ser tan arraigado sus comportamientos y sus conductas, suelen culpar a las otras personas y a los hechos externos de sus males. Además, estas personas suelen ser muy resistentes al cambio porque piensan que nada puede cambiar.

Por último, está el estrés crónico. Este es el más agotador, ya que desgasta a las personas día tras día, año tras año. El estrés crónico destruye la vida y enferma el cuerpo y la mente, ya que es a largo plazo. Ejemplos de un estrés crónico es el caso de un matrimonio que es infeliz, pero se quieren mantener a toda costa juntos; el estar en la pobreza; el trabajar en un lugar donde no le gusta o seguir estudiando la carrera que tampoco quiere hacer. 

El estrés crónico aparece cuando la persona no ve salida a una situación que se mantiene en el tiempo y que genera muchas exigencias y presiones sin esperanzas de poder salir.

A veces, este tipo de estrés suele venir de situaciones traumáticas de la niñez, que se mantienen; y estas afectan a la personalidad que hace que generen una visión del mundo junto con su sistema de creencias de que el mundo es un lugar amenazante peligroso.

Lo peor del estrés crónico es que las personas se acostumbran a vivir en una situación de pura angustia. Las peores consecuencias del estrés crónico son el suicidio, la violencia, los infartos e, incluso, el cáncer. Es el más difícil de trabajar y de tratar, ya que requiere todo tipo de tratamientos, tanto médicos como farmacológicos y psicológicos.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios