Pasarela

Bertín Osborne: "Es incuestionable que Fabiola y yo estamos juntos"

  • El cantante abre a la prensa por vez primera las puertas su casa en Sevilla, ciudad donde el próximo día 30 representará, junto a Paco Arévalo, su obra 'Mellizos'.

Un molino de aceite de 1761. Ahí es donde, como ayer pudimos comprobar, vive Bertín Osborne. Hace más de 20 años conoció el lugar, situado en la localidad sevillana de Alcalá de Guadaira y desde entonces tuvo claro que, tras la correspondiente restauración, ése sería su hogar. Una casa que, este verano, ha sido centro de una polémica -la que hablaba de una posible separación del cantante con su mujer, Fabiola Martínez, quien prefiere residir en Madrid-, sobre la que, nuestro protagonista ha querido hablar claro coincidiendo con la presentación de un espectáculo, Mellizos, que el próximo día 30 representará en el Palacio de Congresos y Exposiciones de la capital hispalense.

-Sé que le hace mucha ilusión actuar en Sevilla… ¿Está nervioso?

-Yo ya no me pongo nervioso nunca (risas). Lo que sí quiero es que sea una de las funciones más bonitas de la gira porque vendrá la familia, amigos… Al fin y al cabo, la hago en mi casa.

-¿Qué tal su experiencia teatral?

-Pues es la primera vez y espero que sea la última (risas). No, hombre, se trata de una vivencia espectacular en la que, además, se encuentra Arévalo, al que conozco desde el principio de mi carrera. Hacemos humor puro y duro con algo de música (pero, hasta los temas musicales, son divertidos).

-¿Cuáles son las similitudes entre usted y su compañero de reparto? (Las diferencias, son evidentes…)

-Te equivocas. Medimos lo mismo. Lo que pasa es que Paco es más humilde (risas). También compartimos aficiones y, sobre todo, muchas anécdotas.

-¿Bajará a verle Fabiola?

-Supongo que sí porque se acerca cuando puede. En Sevilla coincide con viernes, después de Logroño, el miércoles, y antes de Pamplona, el fin de semana. Mi mujer está en Madrid con lo que lo mismo no le da lugar a viajar un solo día… Los que no faltarán son mi hermana, mis tíos y, espero, al menos la hija que tengo aquí. Vamos que, la mitad del aforo, será mío (risas).

-¿Pagarán?

-Sí, sí. Por supuesto. Pienso cobrarle la entrada a todos sin excepción… (risas).

-Entiendo que, por lo que dice, lo de la separación de su esposa ha sido una serpiente de verano

-Totalmente. Es un hecho incuestionable que estamos juntos. No quiero comentar el tema mucho pero sí te confieso que ha circulado a una velocidad demasiado rápida. Que no me gusta Madrid, no es ningún secreto. Es más, me horroriza y me cuesta una barbaridad pasar tiempo allí pero, por circunstancias, toca eso. Claro que, en ningún caso, significa que vaya a separarme. Si lo hiciera, sería por otros motivos. Mi hijo Quique necesita unos tratamientos específicos que están donde están y ésa es la única explicación al problema.

-¿Cómo está él?

-Como un campeón. Hace diez horas de rehabilitación al día aunque debe avanzar más puesto que aún tiene carencias grandes. Es una maravilla que nos ha mandado Dios. Nos entiende a todos y posee un sentido del humor fantástico y muy familiar. Le hacen gracia las mismas cosas que a mí y a sus hermanas: las cochinerías (risas).

-¿Es usted mejor padre o abuelo?

-Creo que mejor padre. No porque sea mal abuelo sino porque no paro de un sitio a otro y, es natural, no puedo dedicarle a mi nieto toda la atención que desearía…

-¿Le pica, como a Raphael, lo de haberse convertido en abuelo?

-¡Qué va! A mí me encanta ser abuelo y, además, serlo joven. Preferiría incluso haberlo sido hace diez años. Es maravilloso poder ir con tu nieto a hacer deporte o a montar a caballo y que tus facultades te acompañen en plenitud.

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