Videojuegos

Análisis 'Mario Golf: World Tour'

  • Camelot Software presenta un adictivo videojuego arcade con estilo desenfadado lanzado en exclusiva para Nintendo 3DS.

Por méritos propios, Camelot Software se ha ganado el respeto de Nintendo demostrando ser una desarrolladora capaz de llevar sus personajes más carismáticos hacia el terreno deportivo de manera excelente. La compañía, que ya apuntó maneras con Everbody’s Golf, procuró uno de los primeros videojuegos deportivos de Super Mario y compañía en Nintendo 64. Mario Golf, estrenado en 1999 para Nintendo 64 y Game Boy Color, dieron el pistoletazo de salida para que el fontanero más famoso del mundo de los videojuegos dejara de rescatar a su princesa para atreverse en deportes clásicos que le llevarían años después a las ciudades olímpicas. Más de una década después, y después de haber saltado del golf al tenis, pasando por el fútbol y el baloncesto, Camelot Software vuelve a sus orígenes tomando la figura más representativa de Nintendo y a sus amigos llevándola al campo de golf, ahora, en exclusiva para Nintendo 3DS.

Principalmente, y a diferencia de otros exponentes del género que tienen en cuenta los parámetros reales para dar con el tiro perfecto, Mario Golf: World Tour se centra exclusivamente en la diversión, mostrándose como un videojuego arcade con estilo desenfadado sin que esto suponga prescindir de un sistema de juego profundo. De hecho, aspectos como la velocidad y dirección del viento, el tipo de terreno en el que aterriza la pelota, así como su inclinación y obstáculos, son conceptos que estarán presentes desde la primera partida, por lo que los seguidores del golf digital encontrarán no sólo un nuevo juego de su deporte favorito más que divertido, sino también una forma diferente de descubrirlo. Mario regresa al Golf, y su sistema de juego convence, seamos seguidores de Tiger Woods o no.

Control apto para todos los gustos

Nos olvidamos pues de los aspectos más presentes en la simulación para presentar un control que nos incita a progresar por dos caminos. La primera y más sencilla, ideal para aprender las nociones básicas, es el estilo automático, que nos dará la posibilidad de escoger el palo que más nos interese y alargar o reducir la trayectoria de la pelota. La cámara aquí juega un papel fundamental, y gracias a la simple interfaz que se muestra en la pantalla táctil podremos ir alternando entre diferentes vistas para tomar conciencia del grado de dificultad del tiro. Cuando nos veamos capaces, podremos optar por el modo manual, donde encontramos una jugabilidad un poco más arriesgada y profunda, debiendo tocar la pelota en la pantalla táctil en el punto adecuado para darle el efecto deseado, la altura necesaria -ya sea para sortear algún obstáculo, por ejemplo- y proporcionarle un turbo -hacia adelante o hacia atrás- una vez llegue al suelo.

Las primeras partidas, si no somos expertos en el género, nos servirán para familiarizarnos con aspectos técnicos del deporte. El hándicap, por ejemplo, sirve para poder competir contra auténticos profesionales sin que la desventaja de habilidad sea un problema para el principiante. Durante nuestra trayectoria, tendremos que realizar algunos recorridos para medir nuestro hándicap, sin importar si jugamos en el modo automático o manual, por lo que podemos decir que el videojuego presenta una curva de dificultad bastante ajustada, enseñando los pilares fundamentales a los recién llegados de forma cómoda e intuitiva. Por ejemplo, el recorrido del bosque, el primero de los escenarios grandes, nos servirá para medir nuestra destreza en el campo, conociendo poco a poco los nuevos e interesantes escenarios con objetos y retos inspirados por Nintendo.

Un total de diez escenarios de diferente tamaño nos esperan en Mario Golf: World Tour, a los que se sumarán más de 100 hoyos nuevos mediante contenido descargable. Además del recorrido del bosque, nos encontramos con las zonas de desierto y costa, cada uno con 18 hoyos interesantes: en algunos podremos completarlos con un simple golpe, mientras que en otros tendremos que ir acercándonos poco a poco al green. Llegar con los menores toques es esencial para sumar puntos a nuestro marcador, por lo que la selección de personaje, cada uno con sus propias virtudes y desventajas, también cobra sentido en el videojuego.

También contamos con siete recorridos inspirados en clásicos Nintendo, repletos de obstáculos y objetos que descubrir, como por ejemplo el castillo de Peach y la jungla de Donkey Kong, entre otros. Estos recorridos son un poco más pequeños, de nueve hoyos, pero mucho más divertidos que los clásicos que podemos encontrar en cualquier título de golf, ya que en éstos podremos encontrar objetos potenciadores, como la flor de fuego o los proyectiles que, sin duda, añaden un grado más de locura a nuestras partidas.. Mención especial tiene, sin duda, el nivel acuático, donde la física del balón toma una nueva dimensión.

Inscríbete en el Club

Camelot Software ha creado para la ocasión dos tipos de juego complementarios. Ideal para enfrentar a los personajes de Nintendo sin demasiadas complicaciones nos encontramos vertientes como las partidas rápidas o los torneos, que podremos disfrutar tanto contra la máquina como contra otros jugadores -tanto a modo local como en línea-, los modos contrarreloj y por puntos. Sin embargo, el modo más completo y esperado por la comunidad, sobre todo teniendo en cuenta los títulos precedentes de la compañía, es el modo historia, que en esta ocasión nos presenta a nuestro Mii inscribiéndose en el Club Castillo, nombre que recibe el modo de juego, para perfeccionarlo y acompañarlo desde sus primeros compases hasta la gloria.

Sin embargo, a diferencia de lo que pudimos ver, por ejemplo, en los modos historia de Mario Golf para Game Boy Color, la experiencia en solitario de este modo presenta algunos altibajos que afectan a su calidad. En un principio, Club Castillo nos ofrece un entorno en el que interactuar con los personajes más famosos de Nintendo, dándonos pistas y un contexto para llevar nuestros golpes a un nuevo nivel. No obstante, el desarrollo durante las primeras horas es bastante tedioso, llevándonos de un lado para otro sin saber bien hacia dónde debemos ir, dónde ubicar la tienda de accesorios y sin conocer realmente cuál es el objetivo aparte de ganar todos los campeonatos. Así, por ejemplo, Toad insiste en realizar los recorridos para conocerlos mejor, lo que implica hacer una ronda de prueba, otra para establecer nuestro hándicap y una nueva vuelta para disputar el torneo propiamente dicho. En definitiva, 18 hoyos por cada partida en un mismo escenario que nos llevará desde la novedad y diversión del inicio hasta la monotonía en la última partida.

 

Nuestro Mii, por otra parte, podrá recorrer todos y cada uno de los escondrijos que se han dispuesto para la obra, separándolos por salas para presentar las diversas opciones. Salón de trofeos, tienda, y algunos escondites en los que comprar nuevas habilidades son algunas de las ventajas de explorar el entorno, así como ver a Mario, Yoshi y Bowser en un banquete comiendo como si no tuvieran presente los encuentros en otros videojuegos. Sin embargo, no existen directrices para saber dónde están los lugares más necesarios, como la tienda, en la que poder gastar las monedas que vamos ganando en cada partida. La sensación de este modo aventura no tiene el mismo gancho, ni de lejos, que las creaciones que realizó la misma compañía en entregas predecesoras.

La evolución de nuestro personaje se verá reflejada, además de con nuestra pericia a la hora de disputar cada hoyo, con el equipamiento que vayamos adquiriendo en la tienda. Las ventajas en el equipo no son exactamente demasiado evidentes, pues al fin y al cabo estamos delante de un título deportivo donde lo más importante es la habilidad del jugador, pero sí ganaremos algunos atributos equipándonos con uno u otros objetos. A pesar de no marcar la diferencia, es bastante simpático ver a nuestro personaje rondar por ahí con las ropas más extravagantes de la tienda, y sirve como excusa perfecta para llenar nuestras arcas en busca de la perfección.

A nivel técnico, Mario Golf: World Tour muestra unos gráficos que, si bien es cierto no son los más sorprendentes que se han visto en la portátil, cumplen perfectamente su función. Los personajes están, como siempre, bien caracterizados, y la física de la pelota cuenta con la suficiente inteligencia como para que el jugador salte de emoción ante algún tiro imposible. La función 3D de la portátil, para sorpresa de algunos, está muy bien implementada y justificada, dando la sensación de profundidad perfecta para algunos tiros y evidenciando que al menos, de momento, la característica todavía es funcional. La música que acompaña el título no está mal, aunque tampoco despunta en ningún aspecto, y el doblaje de algunas expresiones mientras estamos en el campo está en perfecto castellano.

De esta manera, Mario Golf: World Tour se convierte en un notable videojuego de golf que encantará no sólo a los seguidores del deporte, sino también a los recién llegados que tengan curiosidad sobre cómo funciona el mundo del par. Por supuesto, los personajes sirven como un reclamo perfecto para presentar una jugabilidad más que ajustada, profunda y apta para todo tipo de públicos, pero lamentablemente los problemas encontrados en el Club Castillo nos impiden disfrutar de una obra excelente. Si sabemos perdonar estos inconvenientes, nos encontraremos con un videojuego realmente adictivo, que nos llevará horas de diversión tanto disputando encuentros contra la máquina como contra otros rivales a través de Internet, por no hablar de los contenidos descargables.

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