De Cerca. Luis López Laínez, fundador de Alquiler Vacacional

“En Cádiz estamos a años luz de la turistificación”

  • Su empresa gestiona 70 de las 900 viviendas turísticas que hay en Cádiz y ha sido impulsor de la asociación Aloja que trata de evitar el ‘pirateo’ vacacional

López Laínez durante la entrevista

López Laínez durante la entrevista / Julio González

EN la casa de la calle San José 25 el bisabuelo de Luis López Laínez (Cádiz, 1978) dirigía la cooperativa de electricidad y gas, el origen de que hoy exista esa rareza que es Eléctrica de Cádiz. Aquí trabajaba de lector el Tío de la Tiza. Cuando acababa el carnaval se venía a la casa para cantarle las coplas a los colegas, a los cooperativistas. Es una casa con historia. La casa en la que casi siempre ha vivido la familia de López Laínez tenía la estructura de las casas de los comerciantes, con el servicio en el tercer piso, la vivienda en el segundo y, en este caso, en los bajos, los talleres y la exposición de lámparas. Hoy los bajos son unas mesas de oficina desde donde se manejan dos empresas, una dedicada al marketing digital y la otra a la gestión de 70 viviendas turísticas en Cádiz para la que trabajan catorce personas.

—Como quien dice, nació aquí.

—Aquí me crié. Nací en el año de la Constitución en el Día de Andalucía.

—Con lo bien que podía haber nacido en el día de la Reconquista.

—Jajaja. Ya, no fue posible, pero me gusta el día en el que nací.

—Hábleme de su barrio de niño.

—Bueno, los almacenes que se han convertido en Carrefour Express donde te hacían la cuenta. Y Galerías Preciados que estaba aquí al lado. Se paseaba por el muelle, los chicos correteábamos por allí., que ahora no se puede. Fíjate con todo esto que se habla de abrir el muelle a la ciudad, que, claro, entiendo que ahora mismo tal y como está es peligroso. La plaza san Antonio con el cocherito leré y los globos de helio... Había unos cacharritos en el parque Genovés, como una feria de invierno, que la recuerdo con mucho cariño.

—Hay que ver lo que se pasa de los niños en esta ciudad.

—Es verdad. Cuando me vienen huéspedes con niños y preguntan qué hacemos con los niños te quedas un poco así. Apenas hay nada para los niños. Es una pena.

—Estudió Económicas aquí.

—Dudé porque a mí me tiraba Psicología, que luego me di cuenta de lo relacionado que estaba una cosa con la otra.

—¿En qué pensaba que acabaría?

—En una gran empresa. Pensaba en grandes reuniones, en viajes. Para todo lo apegado que estoy a Cádiz y a este barrio, a mí me encanta viajar. Me gustaría haber viajado más. Viajé a Madrid por primera vez a los nueve años en un coche cama. Eso era una aventura. Lo que me gustó... Que ahora viajar a Madrid que vas y vienes en el día... pero entonces, a mediados de los 80, todavía era como ir a un lugar mágico.

—Le llegó la gran empresa.

—Sí, me llegó muy pronto. Con 24 años era jefe de administración de Aqualia, que entonces no se llamaba así, en Jerez. Y se me quitaron las ganas. Descubrí que había cero posibilidades de ser creativo en una gran empresa. Yo trataba de ser creativo en todo, hasta con la contabilidad...

—Uy, en este país hay un montón de gente creativa con la contabilidad...

—Jaja, pero en plan bien. Una de las cosas que descubrí es que es inevitable que en una gran empresa haya rencillas entre departamentos. Yo lo cuento a los estudiantes a los que doy charlas en la universidad como una de las características de la gran empresa. Salí de allí y entré en una empresa familiar dedicada a la construcción, pero eso no era lo mío, no me enteraba de nada. Estoy seguro que si trabajo con chupa chups me gustaría conocer los azúcares, los sabores. Soy una persona curiosa, pero en construcción... no era mi mundo y encima llegó el estallido.

—A reinventarse entonces.

—Hacía tiempo que le estaba dando vueltas a la historia del turismo desde un punto de vista cultural. Había hecho un curso de experto en Patrimonio. Mi obsesión era, y es, formarme continuamente. De modo que monté Guideo con mi socia, Nadia Cervera.

—Guideo tuvo su nombre en Cádiz, fueron pioneros en una forma distinta de enseñar la ciudad.

—Claro, la idea era recrear las cosas que contábamos a los turistas. Tú ponías el móvil mirando al Falla y, como con una especie de QR, se te reproducían imágenes del interior del Falla. Era la realidad aumentada, que se llamaba, pero era 2011 y la tecnología aún era precaria. También hicimos una ruta del misterio. Pero funcionó regular. Salíamos en los medios, todo el mundo decía que qué cosa más chula, pero nadie nos apoyaba en la Administración. Llegué a pensar que nos veían como competencia de no sé qué. Incluso nos llamaron de Colombia para llevar allí el experimento y fuimos en un viaje alucinante. Pero llegó el momento en que la grandes empresas se comían a las pequeñas en tecnología y se nos hizo inaccesible. El asunto no iba. Todo el mundo decía que era una gran idea, pero no iba. Decidimos pivotar, que en el lenguaje emprendedor quiere decir ya nos estamos quitando de aquí.

—Están en el germen de la asociación de empresas turísticas de Cádiz.

—En la asociación nos tenían por los tecnológicos y nos pedían cosas que no tenían que ver con lo que nosotros hacíamos, pero fue una manera de aprender. Nos cogieron para la comunicación digital del Tricentenario y luego nos pilló Sociment para ser su puente en Andalucía. Ahí estábamos en el marketing digital, aunque no todo fuera turismo. Pero en realidad, si lo piensas, turismo es todo.

—Turismo es el ferretero, el farmacéutico...

—Claro, todo influye en el nuevo tiempo del turismo. El turismo consiste en que abres la puerta de la casa para enseñársela a un visitante. Y entonces te gusta tenerla bonita, te gusta impresionar, tienes que tenerla toda limpia.

—¿Y cómo tenemos en Cádiz la casa?

—Estamos en el proceso de tenerla presentable. Nuestro principal problema está en los localismos. No somos capaces de lanzar el mensaje de Cádiz como marca global de la provincia. Por ejemplo, el artículo del New York Times que recomienda Cádiz como destino. Habla de Cádiz, pero también de Vejer y de Jerez. Nuestro entorno no es nuestra competencia, es lo que nos refuerza.

—En el nuevo tiempo existe también el turista pejigueras que parece que viaja con el único objetivo de ponerte a parir en el Trip Advisor.

—Uf, he tenido clientes que se han quejado de que Cádiz estaba muy bien, pero que las calles eran muy estrechas y estaban adoquinadas. ¡Pero si eso es Cádiz! El turismo es que el de la farmacia te trate amablemente, que funcionen las luces de la casa, que la experiencia sea agradable. Influyen cientos de factores. Uno sólo de esos factores, por pequeño que sea, puede hacerte un montón de daño.

—Fueron de los primeros en el alquiler vacacional.

—A ver, el alquiler vacacional en Cádiz ha existido siempre. Los Delfines, Las Brisas... La diferencia es cómo te enfrentas ahora al cliente. No valen pisos con los muebles de tu abuela y una pinta de Cuéntame. Nosotros dejamos nuestras casas, llamamos a las puertas de nuestras padres y dijimos volvemos porque nuestras casas son ahora nuestro negocio. Eso fue el origen. Al principio de todo, al principio de Airbnb. Y nosotros limpiábamos la casa, recibíamos al nuevo cliente, lo hacíamos todo.

—Ahora es otra cosa, todo ha crecido mucho, se habla de turistificación.

—Hay que desdemonizar la vivienda turística. Escuchamos hablar de industria e industria. Vamos a desengañarnos. La industria en Cádiz da lo que da. Vamos a valorar nuestro otro potencial. A la gente le encanta Cádiz y seamos realistas, estamos a años luz de la turistificación. Vamos por detrás y esto tiene una ventaja: aprendamos de quienes tienen esos problemas, de Barcelona, con la que no tenemos nada que ver porque es el tercer destino turístico de Europa detrás de Londres y París y nosotros somos bastante más pequeñitos. Pero vamos a ver qué es lo que han hecho mal y no lo hagamos.

—¿Cuántas viviendas turísticas censadas hay en Cádiz?

—Seremos unas 900. Ha crecido mucho en poco tiempo pero también porque las ilegales han decidido entrar en el sistema. La salud de la vivienda turística es buena. No tenemos ningún barrio saturado.

—¿Y cuántas ilegales hay?

—El Ayuntamiento piensa que están en torno a unas 150, pero yo creo que tienen que ser bastantes más. Si alguien te monta una vivienda de alquiler ilegal en un garaje está afectando a todo el destino, eso hay que combatirlo. Pero una vivienda de alquiler vacacional controlada está lejos de ser un problema, más bien todo lo contrario. Quien pone estas viviendas en el mercado es porque no vive aquí, porque viene un tiempo, porque es un alemán o un inglés que sólo puede pasar aquí unas semanas o por un gaditano que no trabaja aquí pero que piensa volver en su día. Todos ellos han invertido en sus casas porque sino no las alquila nadie. Si esas casas no estuvieran en el mercado esas casas estarían vacías y abandonadas.

—La ciudad pierde población. Nuestro destino es ése.

—Pero de qué sirve darnos golpes contra la pared. Pongamos los medios para solucionar eso, pero no desdeñemos otra riqueza y otro modo de evitar que la ciudad languidezca. Trabajamos con experiencias y con emociones. Esas experiencias tienen que ser positivas. Durante mucho tiempo, que ya no pasa, en Cádiz se recibía al visitante y le clavaban en el bar seis euros por un café porque, total, como no iba a volver... Todos lo conocemos. Ahora tenemos que trabajar juntos en un sentido muy distinto porque nos jugamos nuestro futuro.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios