obituario

José Rivera 'Riverita', muere un torero único

  • A punto de cumplir 74 años, su andadura taurina comenzó en 1962

  • Volvió a los ruedos durante 1985 tras la muerte de su hermano Paquirri en Pozoblanco

Este viernes comenzamos el día con la noticia del fallecimiento del matador de toros José Rivera Pérez "Riverita", hijo del novillero de Barbate Antonio Rivera Alvarado, hermano mayor de Paquirri y tío de los matadores de toros Canales Rivera, Francisco Rivera Ordóñez y Cayetano.

José, queridísimo en todos los ámbitos que transitó, no tenía hijos, y deja desconsolada a una familia en la que era todo un referente afectivo.

Nacido en Barbate en febrero de 1947, iba a cumplir 74 años y se encontraba en situación terminal tras años de padecer una enfermedad oncológica.

Dueño de un espíritu libre que le llevó a vivir sin ataduras, su andadura en los ruedos comenzó en 1962. Tres años después se presentó en Madrid alternando con el linense Aurelio Núñez tan recordado en Chiclana, y con Curro Limones ante novillos de Benítez Cubero.

Tomó la alternativa el 1 de septiembre de 1967 en El Puerto de Santa María, su padrino fue Miguelín y Diego Puerta de testigo, con el toro "Sabuco" de Concha y Sierra.

Pese a ser muy buen torero, extraordinario, tanto lo férreo del mundo del toro como su mercantilismo, tan ajenos a su forma de ser y vivir, le fue llevando a un desinterés por la competición y rivalidad del espectáculo taurino, que no ofrecía aliciente a un hombre feliz, frugal y que no requería de oropeles ni lujos para vivir contento consigo mismo.

Jose Rivera 'Riverita', mataor de toros de lidia, en una de sus últmas tardes. Jose Rivera 'Riverita', mataor de toros de lidia, en una de sus últmas tardes.

Jose Rivera 'Riverita', mataor de toros de lidia, en una de sus últmas tardes. / Orgambides

Por ello fue dejando caer su cartel y -aunque confirmó en Madrid en 1971 en una corrida mixta con Luis Parra "Jerezano" y Sebastián Martín "Chanito" de testigo, frente a un encierro de Diego Passanha, en el que también participaron los rejoneadores Manuel Vidrié y Curro Bedoya- en 1975 dejó una profesión a la que retornó ocasionalmente, convirtiéndose en un torero de culto, que movía las telas con una naturalidad y delicadeza, y que podíamos disfrutar en el campo como el hallazgo de un tesoro.

Su especial personalidad, tan cariñoso como bohemio, con un gran sentido del humor y un hondo saber natural, cautivaban. Lo que necesitaba para vivir lo conseguía con el oficio de chatarrero, llegando a tener una plaza portátil que explotó en muy raras ocasiones, y viviendo siempre con la puerta abierta a todos.

Fue tan libre que hasta supo esquivar -rechazando sustanciosas ofertas de productoras de prensa de sociedad- la ola mediática que anega aún a la familia Rivera desde la muerte de su hermano Paquirri en Pozoblanco. Precisamente en la temporada siguiente, en 1985, volvió a los ruedos para mas de veinte festejos con gran regularidad en una excelente temporada y es que, repetimos, era muy buen torero, con un sello tan único como su personalidad. Pero fue su última temporada en un alejamiento definitivo de las grandezas y miserias del planeta del toro. José era de otra galaxia.

Muy unido al matador José Antonio Canales Rivera, hijo de su hermana Teresa, disfrutó muchísimo cuando José Antonio emprendió la profesión familiar. Actuó en varios de los tradicionales festivales de los Rivera en Barbate, que iniciara su hermano Paquirri continuando la iniciativa de su suegro Antonio Ordóñez en Tarifa. En uno de ellos, en el de la primera actuación en público de su sobrino Cayetano, disfrutó muchísimo toreando con sus sobrinos ante su padre.

José era lo que se dice un espíritu libre, creativo y feliz. Entre sus genialidades estaba la de torear con dos muletas o sostener la teoría de que aromatizando los engaños el ganado embestía mejor, tesis que defendía con gran seriedad con su mirada clara, limpia y riente. O su explicación de que la tauromaquia es como un baile por sevillanas en las que en cada una de las cuatro la pareja de bale, toro y torero, se van conociendo y midiendo.

En el trato cercano asomaba, además de esas genialidades, un talento natural que incluso le llevaron a escribir un libro de poemas. Imaginamos el dolor de sus hermanos Teresa y Antonio y toda su familia, de sus sobrinos, entre ellos José Antonio Canales Rivera, tan cercano y devoto de un hombre de personalidad libre y de un torero único. Paz a sus restos.

Tags

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios