Toros

Leandro, a hombros, con un José Tomás sin suerte

  • El diestro vallisoletano, que reaparecía, cortó dos orejas a su primer toro · El madrileño pierde premio por la espada · Manolo Sánchez, de vacío en su adiós

GANADERÍA: Toros de El Torreón, de correcta presentación. Manejable el segundo, muy bueno el tercero; al que dieron una vuelta al ruedo, aunque con protestas, y bueno el sexto. No dieron facilidades primero, cuarto y quinto. TOREROS: Manolo Sánchez, aplausos y saludos tras aviso. José Tomás, saludos tras aviso y saludos con división de opiniones. Leandro, dos orejas y silencio. Incidencias: Plaza de toros de Valladolid. Cartel de 'No hay billetes' en tarde de mucho calor. Leandro salió en hombros.

El diestro Leandro, que cortó dos orejas y salió de la plaza a hombros, fue el triunfador de la cuarta corrida de la Feria de la Virgen de San Lorenzo, celebrada en Valladolid, festejo en el que se despidió de sus paisanos Manolo Sánchez y en el que perdió un triunfo grande por la espada José Tomás. Fue una tarde cargada de emociones. La actuación de José Tomas, casi una exclusiva para Valladolid, la despedida de sus paisanos de Manolo Sánchez y la reaparición de Leandro, después de la grave lesión en un tentadero, que le ha mantenido en el dique seco durante más de un mes, convirtieron la corrida en Valladolid, en el día de su patrona, la Virgen de San Lorenzo, en una reiterada sucesión de momentos turbadores y emotivos que sacudieron la sensibilidad de los espectadores.

Al aparecer en el ruedo Manolo Sánchez para enfrentarse a su primer toro fue recibido con una ovación. Después de brindar al publico, la faena no fue posible porque el toro no lo permitió. Parado, soso, con las fuerzas justas, se defendía para no caerse y, pese a sus esfuerzos, Manolo no pudo conseguir el lucimiento. En tarde tan señalada, la suerte le fue esquiva y el segundo de su lote tampoco le permitió florituras.

Brindó José Tomás al público su primer enemigo para a continuación realizar una faena larga, maciza, ajustada, tan valiente como bella, tan dramática como plástica, en la que fue cogido en los primeros compases sin consecuencias. Los tendidos vibraban de entusiasmo cuando dos pinchazos y una estocada caída enfriaron los ánimos. Pena grande fue que una faena tan cara tuviese ese final de saldo. Mató estupendamente, sin embargo, al segundo toro de su lote. Una estocada de libro a un animal al que toreó con mucho decoro pese a sus dificultades. El publico no ceso de aplaudir hasta conseguir que saliera a saludar. Cuando lo hizo, las opiniones se dividieron.

Un toro que no se cansaba de embestir y un torero, Leandro, que reaparecía, rabioso por triunfar y romper la racha de la mala suerte que le persigue, consiguieron la conjunción perfecta para que se hiciera realidad la faena soñada. Un trasteo bello, emotivo, cautivador, emocionante. Una faena para recordar.

En el último toro de la tarde, que brindó a Manolo Sánchez, Leandro volvió a poner torería y vibración a su faena, pero los hados no le acompañaron en el uso de la espada.

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