Diego Puerta

Luis Carlos Peris

Heredero indiscutible del Espartero

DIEGO PUERTA (1941). El día que cortó un rabo debutaban en el palco de la Maestranza los entonces Príncipes de España · Se cortó la coleta con 33 años en mano a mano con Paco Camino

ESTAMOS ante un genuino representante del toreo sevillano y, sin duda alguna, cara a cara con el sucesor directo del Espartero, aquel Manuel García que se convirtió en héroe popular por su arrojo y por su muerte en Madrid por las astas de Perdigón, un toro de Miura. Bueno, pues Diego Puerta Diánez, nacido en el Cerro del Águila el 28 de mayo de 1941 y bautizado en San Bernardo, aunó la gracia con un valor que llevó hasta el final. Y si hay quien dice que el valor de los toreros se va por los boquetes de las heridas, en Diego no hubo caso, ya que recibió cincuenta de los toros y se retiró con el mismo valor que empezó.

La épica de Diego Puerta, tras curtirse en el matadero de Sevilla, que estaba a tiro de piedra de la casa paterna, comienza a labrarse cierto día de primavera de 1960 tras una pelea feroz con un toro de don Eduardo Miura. Era 30 de abril y en los chiqueros aguardaba una corrida terrorífica de Miura. Entre ellos, Escobero, y con ese toro iba a labrarse la leyenda de un torero como de otro tiempo. Ya en el patio de cuadrillas le dijo Diego a su banderillero Antonio Galisteo algo que aclara la fiebre de triunfo que llevaba: "Antonio dile a la cuadrilla que estén atentos porque hoy salgo de la plaza muerto o rico".

Y Diego ganó la pelea con Escobero y Escobero fue el nombre que Diego le puso a la primera finca que compró. Una huerta en Los Palacios que fue bautizada con el nombre del toro que hizo figura del toreo a Diego Puerta. Tengamos en cuenta, por ejemplo, que cuando Diego llega a esa tarde, ya el año anterior le ha roto el hígado un toro en Bilbao y que ya su cuerpo de chaval con sólo diecinueve años de edad está tatuado de cicatrices.

La vida de Diego Puerta ha estado tachonada de espinas, pero todas se las sacó. Debutó en Sevilla cuatro días después de que Curro Romero formase la que formó en su debut, tomó la alternativa en San Miguel el 29 de septiembre de 1958 con Luis Miguel Dominguín de padrino, Gregorio Sánchez de testigo. El toro del doctorado era de Arellano y Gamero-Cívico, Zambombero de nombre.

Diego recibió el disgusto de quedarse fuera de la Feria del 59, su primer año de alternativa, y así salió en la del 60, dispuesto a comerse a Escobero y a todo lo que le echasen por delante. Torero muy vistoso, que se arrebujaba con los toros, muy variado con el capote y certero matador, prodigaba los adornos y el toreo a pies juntos. Confirmó la alternativa en Madrid el 20 de mayo de 1960 con el toro Malagueño, de Bernabé Fernández, recibió los trastos de Manolo González y fue Antonio Borrero Chamaco el testigo.

Diego, ya en figura del toreo, cambia de apoderado. Deja a su descubridor, José Gómez Sevillano, y se va con el apoderado que deseaban todos los toreros, el hombre que le había dado a la figura del apoderado categoría desde su puesto en el callejón junto a Manolete, José Flores Camará. Está en todas las ferias, alterna con Ordóñez y con Camino, con El Viti y con El Cordobés, con Romero y con Mondeño, con todos los grandes del momento y no hay una temporada en que escape del hule. Por ejemplo, a la Feria del 63 no viene porque lo coge un toro en Barcelona el día antes de su primera corrida.

Pero en la vida de Diego Puerta, triunfos en Madrid, Bilbao, Pamplona y todas las plazas aparte, hay otros hitos como el de Escobero, también en Sevilla. Si en el 65 protagoniza con Romero y Camino una auténtica sinfonía de torera sevillanía, lo del 26 de abril del 68 es inenarrable. Viernes de Feria, en el palco están los Príncipes de España por primera vez y en la puerta de cuadrillas, Antonio Ordóñez, Diego Puerta y Curro Romero. En chiqueros, una corrida del Marqués de Domecq y al segundo, Gallineto, toro colorao ojo de perdiz, le corta Diego el rabo.

Lo recibe con tres largas cambiadas en el tercio, lances a pies juntos, verónicas hasta la boca de riego, gaoneras, chicuelinas... Faena larga de muleta y espadazo en todo lo alto para que el presidente, el policía Manuel Zambrano, saque los tres pañuelos. Fue una cumbre del toreo aquel rabo que cortó Diego en Sevilla y que fue el penúltimo que consiguió un torero de a pie en la Real Maestranza de Caballería.

Otro hito es el de su despedida. Despedida calificada de prematura, pero cuando estaba en todo lo alto de su carrera. Es una corrida de la Prensa mano a mano con su compadre Paco Camino. Se fija para el 12 de octubre de 1974 y tres días antes le rompe los testículos un toro en Zaragoza. Diego no se amilana y hace el paseo. Curiosamente, en la Hoja del Lunes se le hace una entrevista a la esposa del torero, María García-Carranza Ternero. Pregunta el periodista Juan Manuel Borbujo que qué le pide a la Virgen para ese día y la mujer del torero es concluyente. "Que llueva a mares y que se suspenda".

La corrida fue un gran éxito taquillero y artístico, Diego se cortó la coleta en el ruedo y por la noche se le imponía la Cruz de Beneficencia. Por entonces ya era ganadero de bravo y agricultor modélico. Su carrera duró sólo tres lustros, pero fue de gran intensidad. Empalmaba la temporada española con la americana y así un año tras otro hasta que un día en Bilbao decidió ponerle fin a tanto riesgo, yéndose en su plaza de Sevilla con sólo treinta y tres años de edad. Enorme valiente.

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