Toros

Dávila Miura vuelve a nacer tras una dramática cogida en Santander

  • El torero sevillano, que reaparecía para conmemorar sus 25 años de alternativa, fue cogido de forma dramática por el primero de la tarde, que lo corneó en la mandíbula

  • Lección magistral de El Juli, que abrió la Puerta Grande

El primer toro de la tarde cogió de manera espeluznante a Dávila Miura, al que corneó en la mandíbula.

El primer toro de la tarde cogió de manera espeluznante a Dávila Miura, al que corneó en la mandíbula. / EFE

Una lección magistral de El Juli en el quinto certificó ayer su salida a hombros en la quinta de feria de Santander, donde Dávila Miura, que sufrió una espeluznante voltereta, reapareció para celebrar sus 25 años de alternativa y cortó una oreja al igual que Roca Rey.

El toro de El Puerto de San Lorenzo que abrió el festejo traía la cara anovillada y lejos de tierra. Y un temple que Dávila Miura entendió en un manojo de verónicas que tuvo su aquel. Volcaba la testa y se desplazaba muchísimo a derechas, por donde la primera serie tuvo categoría de torero rodado y en sazón. No era tan bueno por el izquierdo. Fue alternando el torero sevillano las manos en labor muy coreada, hasta que se trastabilló en el trance de un pase de pecho y lo cogió como para reventarlo. Como un ecce homo se alzó desde el abismo de lo que pudo ser, para un pinchazo y una colosal estocada que desató un bramido de euforia. Oreja a sangre y fuego.

Dávila volvió de la enfermería para matar el segundo de su lote, ligero de carnes. Abanto y muy suelto en los primeros tercios, las virtudes de su sangre Atanasio Fernández se esbozaron en tres derechazos mayestáticos, en el prólogo, uno de los cuales todavía no ha acabado. Fue un fogonazo de sabor añejo pleno de empaque y naturalidad. El fulgor se difuminó un tanto entre intentos de seguir templando. De nuevo tras un pinchazo, manejó bien el acero para completar su tarde heroica.

Devuelto el segundo por inválido, quedó el lote de El Juli compuesto por dos de La Ventana del Puerto. El sobrero sumaba 625 kilos en su montada estructura, de lomo quebrado y cuesta arriba. Juli atacó en el quite por Chicuelo que electrizó los tendidos. Que se conectaron al máximo voltaje desde el inicio muletero rodilla en tierra. Rugía Cuatro Caminos la difícil facilidad de llevar los pitones siempre cosidos, la embestida siempre tapada, la ligazón rítmica; la versión julista de tratar de profundizar las embestidas al máximo, puliendo el tornillazo final y quebrando la figura; a veces en carrusel; y los finales en tromba con doble pase de pecho. El presidente aguantó estoico la petición de la segunda oreja.

Tras un sedoso recibo, Juli quitó por volanderas zapopinas en el quinto, rematadas con media abelmontada. Como contrapunto al toro anterior, esta vez ofreció su versión más vertical y relajada. Que no fue óbice para armar un taco de los gordos. Hizo la verdad del toreo ligando hasta el infinito sin enmienda alguna, las zapatillas levemente posadas sobre la boca de riego. Se iba el de La Ventana varios trancos más allá de los vuelos del engaño, giraba Julián y el sedoso aleteo se prolongaba en series frondosas.

Al natural empezaba el toro a amagar la fuga a los adentros. Le tapó todos los resquicios habidos y por haber. No cabía sino perseguir aquella muleta hipnótica. De taumaturgo. Se prolongó este jubileo sin fisura alguna hasta la media estocada, que disuadió al respetable de pedir una segunda oreja que parecía de manual.

Tras el quite de Roca Rey por chicuelinas, tafalleras, gaonera y larga, se derrumbó sobre la arena el tercero. Que se echó cuando el matador peruano iba por la espada. Quedó como congestionado y lo apuntillaron. No podía quedarse atrás tras el triunfo de El Juli. De rodillas y en redondo comenzó persiguiendo el triunfo en el sexto. Que llegó a favor de un público embalado. Trataba de pulir Roca Rey el punteo final del de El Puerto, que regaló repetición continua. Consiguiéndolo sólo a veces. El toreo fundamental fue de calidad mediana. Leyendo la situación, un molinete de rodillas giró el trasteo hacia la vertiente de los circulares, el arrimón y el toreo en ochos. El sol, en pie, gritó "Torero, torero!". Dos pinchazos pusieron sordina al triunfalismo.

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