TV-Comunicación

TVE vive el peor momento de sus 59 años de historia

  • La 1 nació tal día como hoy de 1956 y ha perdido casi todo su poder de influencia y convocatoria.

En un estudio de cien metros cuadrados, tres cámaras, dos telecines, en una nave anexa a un chalé en el último confín del Madrid de entonces, el Paseo de la Habana, comenzó TVE sus emisiones regulares hace hoy 59 años. Una Primera Cadena que ahora se pelea por un escuálido 10% de la audiencia, en mínimos de seguidores en sus informativos, y con una fórmula de financiación que seis años después sigue ahogando a una corporación a la que se le diezmó la transferencia pública.

Los 6.400 trabajadores actuales tienen ante sí un futuro incierto de cara a lo que se decida en las próximas elecciones. Una ciudad de empleados públicos que dista galaxias de aquellos primeros 27 trabajadores, procedentes casi todos del ejército, que encendieron el invento tal día como hoy de 1956 y tras unos dos años de pruebas. Delante, una audiencia formada por sólo 600 televisores dispersos por Madrid.

Cuando todo lo que es ahora la televisión e internet hubiera sido ciencia ficción inalcanzable, un televisor, una pantalla, costaba 30.000 pesetas, más de 12.000 euros al poder adquisitivo actual, cuando un sueldo medio mensual no llegaba a las 500 pesetas.

TVE nacía con una misa, discursos y bailes regionales, una pátina que 59 años después parece no haberse despegado del todo. Franco, escéptico de todo lo que fuera tecnología, fue concibiendo sus posibilidades con el resultado de los meses de pruebas. El régimen confiaba en principio en TVE por su poder de propaganda, al meterse de lleno en las casas, más que en su vertiente de difusión de la información o de la cultura. Lo que dio difusión de verdad a aquella tele pionera fue el entretenimiento y el fútbol, génesis en definitiva de lo que es la compleja televisión de hoy y donde la cadena pública ha perdido su liderazgo y su influencia. A los dos años, por cierto, el dictador canceló el canon directo y TVE se sufragó por publicidad, lo que a la postre sería su decapitación financiera.

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