Patrimonio histórico

Soluciones constructivas en la Isla del Fin del Mundo (I)

  • La isla de las Palomas o de Tarifa es el espolón con el que el vértice meridional de la península Ibérica se adentra en las aguas del Estrecho

  • Aunque hubo presencia humana desde la época púnica, las construcciones defensivas más antiguas son del siglo XVI

El cuartel de Fanal.

El cuartel de Fanal. / E.S.

La isla de las Palomas o de Tarifa es un lugar singular, como corresponde a un accidente geográfico situado en la separación entre el océano Atlántico y el mar Mediterráneo, configurando el vértice más meridional de Europa. La cercanía al continente africano le confiere, además, un valor estratégico excepcional, que viene a justificar sobradamente el interés militar que tiene desde su conexión al continente por una escollera, en 1808.

Documentada la presencia humana al menos desde época púnica, como demuestran los vestigios funerarios conservados en el sector septentrional, las necesidades defensivas se han manifestado en un conjunto bastante heterogéneo de obras de muy diverso tipo y calidad constructiva. A pesar de que en el lugar están documentadas las canteras que sirvieron para fortificar el Estrecho en tiempos del califato de Córdoba, las construcciones defensivas más antiguas que podemos estudiar pertenecen ya a periodo moderno, como fue la torre almenara del siglo XVI, ahora transformada en faro. Desde entonces, la actividad constructiva ha sido constante, especialmente a partir del siglo XVIII, hasta fechas recientes.

Abandonadas estas construcciones tras perder la utilidad militar en las últimas décadas, con la excepción del faro, el deterioro por falta de mantenimiento asociado a la ausencia de uso está siendo importante. En algunos casos, los más graves, se han producido incluso desprendimientos o derrumbes de partes de las construcciones.En este trabajo se han estudiado las construcciones de mayor valor patrimonial de la isla, bien las que sirvieron propiamente como fortificaciones, bien aquellos otros elementos relacionados por su carácter logístico o de servicio, como pudieran ser cuarteles, polvorines, etc., así como otros elementos singulares conservados en este enclave.

Marco legal de protección

Los edificios militares de la isla de Tarifa son restos defensivos que, en su conjunto, gozan de la condición de Bienes de Interés Cultural en la categoría de Monumentos, según recoge la legislación vigente en materia de patrimonio histórico que garantiza su protección legal.

La isla de Las Palomas fue declarada Dominio Público Marítimo Terrestre en 1988, lo que la situó bajo la jurisdicción de la Dirección General de Costas. Aunque venía siendo utilizada por el Ministerio de Defensa desde años atrás, la isla fue adscrita al uso militar como Zona de Reserva para los fines de la Defensa Nacional en 1999, con lo que se regularizaba su situación en el marco de la nueva Ley de Costas. Desde 2003 estos terrenos forman parte del Parque Natural del Estrecho, dependiente de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía.

En los últimos años, los usos militares han desaparecido en la práctica, quedando una reducida guarnición en tareas de vigilancia y protección de las amplísimas instalaciones que sufren un rápido deterioro por la falta de uso y mantenimiento. En la actualidad funciona en el lugar un Centro de Internamiento de Extranjeros, que depende de la Dirección General de la Policía, Ministerio del Interior.

Descripción general 

El carácter estratégico de una ciudad o una fortaleza viene definido, esencialmente, por el espacio geográfico que ocupa. Tarifa, el sur del sur de la Europa Occidental, en la orilla norte del Estrecho de Gibraltar, constituye una posición de indudable interés para cualquier poder político asentado en esta zona desde la Antigüedad. Su ubicación en el lugar más próximo a África, distante tan sólo 14 kilómetros, la convierte en la mejor atalaya para la vigilancia del tránsito marítimo entre las dos columnas de Hércules.

La isla de las Palomas o de Tarifa es el espolón con el que el vértice meridional de la península Ibérica se adentra en las aguas del Estrecho. Se trata de una plataforma rocosa amesetada de casi 20 Ha de superficie total, situada a un escaso medio kilómetro de distancia del continente. Desde comienzos del siglo XIX se encuentra unida a tierra firme mediante un espigón. No presenta desniveles apreciables, aunque se puede señalar una ligera pendiente norte-sur, desde los escarpes septentrionales hasta la propia punta de Tarifa, aunque su topografía se vio muy alterada por la aportación de rellenos con que se creó en el siglo XIX el parapeto de tierra de su perímetro sur y sudoeste, así como por el uso intensivo de su suelo como cantera. Desde un punto de vista geológico, existen dos litotipos fundamentales en la isla, que corresponden a los dos niveles sedimentarios definidos en la cartografía geológica: biocalcarenita, conocida en construcción como piedra de San Cristóbal, y calcirudita, conocida como piedra Ostionera.

Reseña histórico-arqueológica

A pesar de las narraciones de tinte mitológico y las adscripciones antiguas a elementos modernas de la isla de Tarifa, no consta elemento de fortificación en la misma con anterioridad al siglo XVI, cuando se construyó su torre almenara. Su tardía fortificación, no obstante, es llamativa por la peligrosidad de estas costas:

Han sido más repetidos [en las costas de Tarifa que en las restantes de la provincia] los exemplares de sucesos desgraciadísimos tanto en tiempo de paz como en guerra, causados por contrabandistas, corsarios y buques de guerra que han sorprendido, atacado y echado a pique, insultando el pabellón español de un modo inaudito y detestable.

A diferentes construcciones de esta isla se le han adjudicado cronologías completamente infundadas. Proliferan las narraciones de tinte mitológico y la suposición de datas tempranas a algunos de sus elementos modernos, si bien ninguna de sus construcciones defensivas es anterior al siglo XVI, cuando se construyó su torre almenara. Tampoco es obra de fenicios la cantera de su orilla oriental, a veces citada como ‘muralla ciclópea’, ni de origen griego el foso o dársena de Poniente. De esta isla se obtuvo la piedra con la que se fortificó el Estrecho en tiempos del califato de Córdoba. Sus materiales sirvieron también para levantar algunas construcciones de Gibraltar en la Edad Moderna. Después hubo que esperar más de dos siglos para que se establecieran en ella otros elementos de fortificación, si bien desconocemos la cronología de los dos aljibes tradicionalmente atribuidos a “obra de moros”. Los intentos de ocupación realizados en el XVII resultaron infructuosos.

En la Isla de Tarifa o de las Palomas se han hallado vestigios de posibles enterramientos fenicios. El emplazamiento de la ciudad reúne características muy del gusto de los navegantes de Fenicia, a saber, puerto natural con pequeña ensenada, promontorio peninsular, fácil comunicación con el interior y agua potable disponible, que concuerdan con las que se dieron en Gadir o Tiro hacia el 1000 a. C. A esta etapa se adscriben diversas noticias relacionadas con Tarifa y la isla de las Palomas, aunque en general resultan aventuradas y carentes de apoyatura documental fiable. Entre las más admisibles destaca el conjunto de hipogeos del norte de la isla. Se trata de tumbas en pozos y cámaras, con ajuar datable hacia el siglo VI a. C. También, y en relación con aquel horizonte cronológico, el promontorio del castillo viene ofreciendo interesantes materiales cerámicos. Han sido clasificados en una amplia cronología que abarca desde la Edad del Bronce hasta las producciones de época romana, lo que pudiera tener relación con el hábitat púnico que se supone vinculado a la necrópolis insular.

Sin aprovechamiento durante siglos, más allá de la explotación de la cantera y de la vigilancia realizada desde la almenara, la permanencia de la amenaza inglesa en el Estrecho, que antes de la toma del peñón de Gibraltar en 1704 se había concretado en las operaciones de sus flotas contra el litoral español y en las acciones emprendidas desde su base de Tánger (1662-1684), reclamaron la fortificación de este lugar. En 1691 se elevó una petición para que se construyera un fuerte en la isla de Tarifa, aunque fue denegada por el Consejo de Castilla, ya que se recomendó levantar en su lugar otro en de San García, en la bahía de Algeciras. El municipio sugirió la “fávrica de un Fuerte Real capaz de artillería para resguardo de los dos desembarcos de poniente y levante”.

Batería de la Dársena desde tierra firme (frente norte). Batería de la Dársena desde tierra firme (frente norte).

Batería de la Dársena desde tierra firme (frente norte).

La fortificación de la isla no se abordaría hasta la centuria siguiente. De los diferentes proyectos redactados con tal fin no se verían los primeros resultados prácticos hasta los últimos años del XVIII, con tres pequeñas baterías a barbeta que fueron demolidas en 1810, durante la Guerra de la Independencia, en la misma fecha en que fuerzas británicas arrasaron el sistema de fuertes artillados del litoral español, construido hacia 1730 según los dictados de Jorge Próspero de Verboon. Entre los planes barajados respecto a la isla no sólo se planteaba la construcción de baterías y acuartelamientos, sino también su unión al continente por la escollera finalizada en 1808, y el trazado de un espigón en la costa oriental. Por tanto, y hasta 1798, la indefensión de la isla fue casi total, ya que dependía de que pudiese quedar dentro del radio de acción de la artillería emplazada en la fortaleza de la ciudad que, con frecuencia, y dado su deficiente mantenimiento, no era habitual que se encontrase plenamente operativa.

A pesar de todas las carencias, la gravedad de la situación solía quedar relativizada por la idea generalizada del reducido valor militar de la isla. Se entendía que, antes de la construcción del acceso terrestre, el desembarco enemigo en ella resultaba sumamente improbable, así como el desarrollo de toda la logística inherente al establecimiento de una cabeza de puente que permitiese el bombardeo de la ciudad desde aquella posición. A ello se sumaba la dificultad para realizar cualquier operación de invasión desde la isla, toda vez que, para atacar Tarifa, habría tenido que realizarse una complicadísima operación de transporte de tropas y pertrechos a través del canal, que quedaba dominado desde los adarves del castillo de Guzmán el Bueno.

Como acabamos de señalar, en el siglo XVIII se proyecta su fortificación, dentro de los nuevos parámetros relativos a la defensa del sur de la Península a raíz del establecimiento británico en Gibraltar. En 1798 fueron construidas tres pequeñas baterías semicirculares a barbeta, conforme a lo propuesto por Ramón de Villalonga. Fueron emplazadas en los extremos noroccidental, nororiental y meridional, quedando ésta ubicada al oeste de la torre almenara. Como único complemento, se les construyeron sus cuerpos de guardia.

Veinte años después, la situación había cambiado sustancialmente, aunque seguía muy distante de lo necesario, dado que ya existía el acceso terrestre referido. Dado que toda la defensa por entonces existente estaba dirigida hacia el continente, la isla presentaba el peligro de ser conquistada desde el mar, especialmente por la cantera de la zona oriental. En anterior informe se expone que la isla podría ser tomada fácilmente por su gola por cualquier “enemigo marítimo y desde ella ofender a la plaza, siendo después bien costoso desalojarlos”. Esta circunstancia debe ponerse en relación con las obras de fortificación realizadas durante la Guerra de la Independencia, cuando la plaza se puso en estado de defensa con la participación imprescindible de fuerzas británicas.

El acceso terrestre a la isla encuentra, en primer lugar, una pequeña batería circular a barbeta, tras la que se abre un foso que actualmente salva un puente fijo que, antes, fue levadizo. Una amplia cortina, flanqueada por dos semibaluartes, conforma un frente de hornabeque que cortaba el paso, aunque hoy día está abierta para ser franqueada con comodidad por su parte occidental. La puerta original queda al oeste, en un túnel abovedado con una sola tronera sobre su entrada, entre el tambor situado tras el foso y una de sus defensas adelantadas, la batería de la Dársena. El túnel desemboca en una plaza ante la Puerta de Carlos III, construida en tiempos de Isabel II, y el desembarcadero de poniente. Conocido como “el foso”, consta de dos diques con una bocana orientada al norte, que se colmataba frecuentemente con arena y sólo permitía el paso de embarcaciones menores. Se trata de una obra realizada en tiempos de Fernando VII, según un proyecto del ingeniero Antonio González Salmón.

Por la Puerta de Carlos III se llegaba, por una rampa, ante las edificaciones del centro del complejo defensivo, construido por las tropas británicas destinadas en Tarifa hasta 1813. Éste estaba formado por una casamata, de las tres proyectadas, con amplia batería a barbeta en su terrado. El acceso a esta batería, en rampa como el anterior, partía de un tambor aspillerado con cuerpo de guardia, garita y brocal para la cisterna subterránea.

A lo largo del siglo XIX prosiguió la fortificación y artillado del perímetro insular. González Salmón fue responsable de las baterías semicirculares de Levante o San Antonio, Sur o del Fanal y de Poniente o de Guzmán el Bueno, cerradas por la gola por muros aspillerados. El almacén de pólvora de San Fernando, excavado en el piso rocoso de la isla, también es obra suya. Conforme al proyecto de 1859 se rodeó su perímetro con un parapeto de tierra, distorsionando grandemente la orografía original, y se edificaron algunas baterías, entre las que destacan las dos grandes obras acasamatadas de San Fernando y de Daoíz y Velarde, respectivamente las de Levante y de Poniente, entre otras construcciones.

Durante la guerra contra el invasor napoleónico, el mar estaba dominado por la superioridad naval de Inglaterra y sólo cabía esperar un intento de conquista francesa desde tierra. Los hechos certificaron puntualmente estas previsiones. Acabada la contienda, Gran Bretaña no debía temer daño alguno a sus buques, en caso de conflicto con España, desde las fortificaciones tarifeñas que tan eficazmente contribuyeron a levantar, ya que todas apuntaban hacia tierra firme.

Continuará el domingo 1 de septiembre

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