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La recuperación del patrimonio histórico

Artillería toma forma de contenedor cultural para hacer de Sevilla un referente de Europa

  • La obra arranca con el hallazgo de elementos del siglo XVIII ocultos que mejorarán la restauración de la fábrica

Inicio de las obras en la Fábrica de Artillería. / José Ángel García

Dice el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, que las obras de rehabilitación de la antigua Fábrica de Artillería de Sevilla, sin uso desde hace tres décadas, son la “mejor vacuna contra el esceptismo”. Hace un mes que se iniciaron los trabajos que ponen fin a una década de abandono, el tiempo que hace que este complejo fue cedido al Ayuntamiento de Sevilla, convirtiéndose en una asignatura pendiente.

El proyecto es, además, singular  por varios  motivos: por el propio patrimonio sobre el que interviene, una fábrica del siglo XVI; como por el dinero que se invertirá en ello y su procedencia, pues son más de 20 millones de fondos captados en Europa para un proyecto cultural, algo inusual; y también por el equipamiento en sí que se diseña, un gran contenedor para creadores que pretende relanzar a Sevilla como referente del sur de Europa.

La antigua Fábrica de Artillería en uso es la pieza que la capital necesitaba, según el gobierno municipal, para completar su lista de atractivos que la resitúan en el mapa del mundo. La idea de convertir antiguos complejos e inmuebles industriales en espacios para la cultura no es nueva en Europa. Riga lo ha hecho con una base militar; Florencia, con un antiguo centro penitenciario; París, con una morgue; Zaragoza, con una harinera; y Madrid, con un antiguo matadero.

Pero ninguno en España tendrá la envergadura del que se plantea en Artillería, donde se van a recuperar 8.000 metros cuadrados dentro de un complejo que duplica esta extensión y que no sólo será un lugar para la exhibición, también para la creación, devolviendo a la fábrica su espíritu y vinculación con la generación de trabajo y riqueza para la ciudad.   

Con esta intención han arrancado a primero de año unas obras que fueron presentadas oficialmente ayer y que, de entrada, lo han hecho con sorpresas, pues los trabajos iniciales han dejado al descubierto elementos arquitectónicos del siglo XVIII que fueron tapiados en otra época, lo que ha permitido su buena conservación y, además, la ampliación de las posibilidades del proyecto que, aunque en un primer momento ha quedado algo desbaratado, podrá mejorarse ahora al contar con espacios diáfanos y con un sistema de luz natural. 

Los trabajos empezaron en enero y durarán 18 meses, por lo que se calcula que el Centro Magallanes entre en servicio a finales de 2022

Según han explicado los responsables de las obras, adjudicadas a la UTE Heliopol y Ferrovial,  el derribo de tabiques ha descubierto arcos, rejas y puertas de forja del siglo XVIII que aportan una disposición distinta del espacio. Una versatilidad que favorece al proyecto, pues las distintas naves se adaptarán a diferentes y nuevos usos: las crujías de la fachada de Eduardo Dato pasarán a ser la zona de administración y gestión; el taller de barrenado se habilitará como sala polivalente; la nave del Botani será el foro Magallanes; el taller de fundición será un área de creación y las naves de crisoles serán el espacio de formación. Precisamente, en la búsqueda de hacer el proyecto lo más flexible posible y preservar el carácter singular del edificio, los técnicos han planteado utilizar un antiguo callejón que separaba a la fábrica del barrio para instalar ahí todos los dispositivos necesarios para alimentar de energía al nuevo centro y de ahí saldrá todas las instalaciones que quedarán bajo el suelo, invisibles.

Un obrero repara los suelos de forja. Un obrero repara los suelos de forja.

Un obrero repara los suelos de forja.

La obra es muy compleja, “pero estamos tranquilos porque estamos en manos de los mejores”, apuntó el delegado de Hábitat Urbano, Turismo y Cultura del Ayuntamiento de Sevilla, Antonio Muñoz. Los responsables del proyecto son Eduardo Martínez, a quien lo avala, entre otros,  sus trabajos en la Capilla Real y el Sagrario de la Catedral, la Giralda o en el Oratorio de San Felipe Neri de Cádiz; y Francisco Reina, autor de proyectos destacados en Itálica, Carmina, Carteia o Baelo Claudia. Ambos dirigen a un equipo de una treintena de profesionales que han  planteado una propuesta arquitectónica que adapta los espacios a los nuevos usos conservando con un criterio arqueológico las texturas, huellas y cicatrices de las reformas a las que se ha visto sometido el edificio con el paso del tiempo. Así las intervenciones van a ser mínimas y reversibles, pues el propio edificio y su arquitectura es el principal elemento patrimonial que se pone en valor.  En los paramentos quedarán las cicatrices del paso del tiempo que ayudan a evocar potentes sensaciones asociadas al calor de la fundición, el estridente sonido de las máquinas o el penetrante olor del aire.

“Hay que remontarse mucho tiempo atrás para hablar de una licitación municipal de esta envergadura”, advirtió Muñoz, recordando que, sin duda, Artillería era uno de los proyectos estrellas del mandato socialista. “Los sueños de una ciudad y de un gobierno a veces se cumplen con constancia y trabajo riguroso y serio”, añadió Espadas, explicando cómo se inició un proceso que ha sido largo, de varios años. De hecho, la idea de vincular al proyecto a la efemérides de Magallanes fue posterior, pues en un primer momento se buscaron fondos europeos. Luego surgió la opción  de optar al Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder) a través del programa de Cooperación Interreg V-A España Portugal (POCTEP) 2014-2020, en una estrategia que da entrada tambien a los socios portugueses para mejorar la competitividad de las empresas culturales, impulsar la innovación y fomentar la colaboración transfronteriza.

La propuesta de rehabilitación no sólo incluye el nacimiento del nuevo espacio, el nuevo Centro Magallanes de Industrias Culturales y Creativas, también se plantea la integración de la fábrica en el barrio con la apertura de la calle interior, como prolongación de la calle Cristo de la Salud. “Fábrica y barrio eran lo mismo”, apunta Francisco Reina, uno de los responsables del proyecto. También se habilita el acceso a las cubiertas de la fábrica, un espacio que se convierte en museístico y que facilita también ese nexo de unión con el entorno. 

Los trabajos tienen una duración prevista de 18 meses, por lo que se estima que terminarán el verano próximo y que ello permitirá poner en servicio el centro a finales de 2022, convirtiéndose en uno de los hitos del mandato de Espadas. El alcalde confió ayer en que la puesta en uso de lo que será el Centro Magallanes servirá de imán para atraer nuevas inversiones que permitan concluir la puesta en valor del resto del complejo industrial, donde ya se ha ido interviniendo en los últimos años, y que contempla lo que se denomina la Catedral, espacio con muchas posibilidades.

Recreación del futuro Centro Magallanes. Recreación del futuro Centro Magallanes.

Recreación del futuro Centro Magallanes.

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