Con la posibilidad de la creación de la Superliga de fútbol, el fútbol se estaría convirtiendo en un negocio y olvidando la parte deportiva que tanto amamos. Conviene no olvidar que en el fondo de todo no hay un afán deportivo, sino financiero: publicidad, derechos, explotación de recursos... Convencer a un aficionado de que compre el orinal de su equipo con su escudo, aunque no le haga falta ni lo necesite.

Que consuma, vamos. Es probable que todo acabe en un acuerdo global con la UEFA que satisfaga el ansia de los clubes. A los clubes no es que les parezca aburrida la Champions, que no lo es. Tampoco garantizaría un recital de fútbol continuo una Superliga. Que se lo pregunten al espectador de un superclub que vaya el sexto a mitad de febrero. A ver si se lo pasa bien o mal. Pero los clubes quieren más dinero. A costa de lo que sea.

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