El Palquillo

Un ecce homo de Gaspar Núñez Delgado en el monasterio de San Leandro

El ecce homo de Gaspar Núñez del monasterio de San Leandro.

El ecce homo de Gaspar Núñez del monasterio de San Leandro. / M. G.

Otra joya de la clausura que ha sido recuperada. Hace unas semanas ha concluido la restauración de un busto inédito de ecce homo del Monasterio de San Leandro de Sevilla que el historiador Salvador Guijo Pérez ha atribuido al escultor Gaspar Núñez Delgado. Lo ha hecho en un artículo publicado en la Revista de Arte. Se trata de una pieza en barro policromado que sigue una serie del mismo modelo. Según el autor del artículo, "el análisis del medio que rodea a esta imagen revela los rasgos que remiten claramente, a sintagmas tradicionales de transición del manierismo al naturalismo, así como a la producción catalogada del artista propuesto del que damos a conocer esta nueva obra". La restauración ha corrido a cargo de Carmen Bahima.

En el coro alto del monasterio de las religiosas agustinas se conserva un busto en terracota policromada que representa a Jesús de Nazaret, tratándose de un ecce homo. Según señala Guijo, que saca a la luz por primera vez esta interesante obra, sus rasgos formales y estilísticos no dejan lugar a dudas sobre la autoría del taller de Gaspar Núñez Delgado. "La existencia de dicha obra en el monasterio puede relacionarse con la importante producción de moldes, realizados en barro por el autor. Del mismo podemos presuponer una relación con la comunidad, mientras el escultor se formaba en el taller de Jerónimo Hernández". Se trata de dos artistas que fueron muy prolíficos en el uso del barro.

El ecce homo de San Leandro. El ecce homo de San Leandro.

El ecce homo de San Leandro. / M. G.

Gaspar Núñez Delgado, de origen abulense, es un escultor destacado. Se encuentra activo en Sevilla entre 1576 y 1606. Fue discípulo de Jerónimo Hernández, entrando a formar parte de su taller, y algunos historiadores lo señalan como maestro de Martínez Montañés cuando el escultor de Alcalá la Real se instala en Sevilla. En 1582 la comunidad de leandras inició la reforma interna del templo. Diego de Velasco y Jerónimo Hernández  contrataron la ejecución del retablo mayor de la nueva iglesia con la comunidad el 12 de marzo de 1582. "A partir de ese momento, la participación en el proyecto por parte de nuestro autor pudo realizarse, así como pudieron fraguarse relaciones con las claveras y sacristanas de la comunidad agustiniana, pudiendo encargar la obra como pieza devocional o dote de alguna de las religiosas del cenobio o de sus aspirantes" señala Guijo.

La producción de estos modelos en barro fue muy elevada por parte de Núñez Delgado, lo que unido a su fácil propagación y adquisición, ha deparado que se hayan realizado bastantes atribuciones: "Nos encontramos ante uno de los temas habituales y repetidos en la obra propiamente de Núñez Delgado. Estas esculturas en barro cocido policromado son fechables hacia 1600, siendo extraordinariamente similares, casi idénticas entre sí. Corresponden la mayoría con representaciones de la cabeza de Jesús con la clámide anudada a la derecha de la imagen y una voluminosa corona de espinas".

Entre otras obras hermanas, Guijo Pérez señala la que se encuentra en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, primero en ser atribuido; el de la Capilla Real de la Catedral de Sevilla; o el de la Hermandad Sacramental del Sagrario de Sevilla. "Los dos ejemplares modificados, como el que atribuimos en el estudio, son los de las iglesias de San Juan, de Antequera, y el de los Descalzos, de Écija".

En la transición del manierismo al naturalismo

El ecce homo de San Leandro presenta los mismos rasgos manieristas de transición al naturalismo que caracterizan la representación de esta temática del escultor abulense, destaca el estudio. "Tanto las cabezas como los bustos partieron de un sistema de producción artística que, por medio de unos volúmenes obtenidos a partir de un mismo molde, desarrollaron detalles que cambiaron no significativamente la obra". El busto de San Leandro de una sola pieza, presenta una particularidad con relación a todos los demás: "El recogido de la clámide fue eliminado, evitando así, el acentuamiento de la torsión de la cabeza para enfatizar una visiónmás frontal".

El ecce homo de San Leandro. El ecce homo de San Leandro.

El ecce homo de San Leandro. / Daniel Salvador-Almeida

Guijo se detiene en la corona de espinas, muy voluminosa: "Parece ser que poseía espinas de madera clavadas en el barro, dotando a la obra de un enorme patetismo, sin que hayan llegado hasta nuestros días". La obra no conserva peana, ni se distinguen elementos de sujeción. Presenta un suplemento inferior al busto que realza su imagen siguiendo sus mismas líneas de ejecución.

En cuanto a la policromía, Guijo Pérez hace referencia a Francisco Pacheco y a las varias citas que hace a Núñez Delgado en su libro El Arte de la Pintura. En esa obra, le señala como policromador, y pone como ejemplos la imagen de San Juan Bautista de San Clemente y otros ecce homo de barro. "Pudiendo haber sidopolicromada por él esta que nos ocupa", incide Guijo. Los numerosos y toscos repintes realizados en color negro sobre ciertas partes de la obra impedían hasta la reciente restauración la correcta observación de la misma, sobre todo, en la corona de espinas, la cabellera de la zona más alta y la barba. "Los mechones de pelo que caen por la espalda conservan la policromía castaña original. La clámide igualmente fue alterada, llegando a encolarse y a empapelar la misma. En el rostro observamos una policromía rosácea clara, así como en el cuello, que coincide con las cabezas antes mencionadas".

Primer plano del ecce homo. Primer plano del ecce homo.

Primer plano del ecce homo. / Daniel Salvador-Almeida

Con este reciente estudio, Guijo contribuye a aumentar y dar a conocer el catálogo de obras de Gaspar Núñez Delgado y el gran patrimonio artístico del monasterio de San Leandro.

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