Agresiones a médicos

“Me agarró, me decía que me quería matar...”

Francisco José Benítez es un médico de familia tranquilo, aparentemente sereno incluso en el hablar, pero aquel día de principios de 2017 fue inevitable que perdiera los nervios de una manera que no ha olvidado. Ahora trabaja en el centro de salud de Arcos, pero en aquella fecha lo hacía en Alcalá de los Gazules. En una de las guardias, ocurrió.

Y así lo cuenta: “El de Alcalá es un consultorio chiquito. Nosotros estábamos en un restaurante de al lado, en nuestra hora de la comida, ya en los postres, y de pronto entra un señor muy nervioso, gritando que su madre se moría y que, mientras, nosotros estábamos allí tan tranquilos comiendo. En principio, yo traté de calmarlo y explicarle que tenía que llamar al 061, y contarles dónde estaba su madre y que lo atenderían, y que sin esa llamada nosotros no podíamos abandonar el centro estando de guardia. Pero entonces me agarró por las solapas y empezó a zamarrearme, y mientras seguía con sus exigencias. Al final, logré zafarme y fuimos a la sala de emergencia, llamamos al 061, aparte de a la Guardia Civil y a la Policía Local para denunciar que habían agredido al médico de urgencias”.

Francisco José es uno de los 31 médicos que sufrieron agresiones en la provincia en el año 2017, más de 350 en los 10 últimos años según los datos de las denuncias registradas por el Colegio de Médicos de Cádiz. La amarga experiencia de Francisco José revela muchos más aspectos sintomáticos de la situación: “Cuando llegamos al domicilio de la madre, la señora estaba muy tranquila, y nos contó que ella no había pedido ninguna urgencia, que sí, que estaba acatarrada, pero vamos... Y en eso que llega el hijo a la puerta de la casa, igual de nervioso, y volvió a comenzar con los insultos, decía que me quería matar... fue un momento terrible... hasta que pudieron contenerlo y, lo que son las cosas, nos tuvimos que ir a atender otro aviso urgente”.

“En mi caso era la primera vez que me ocurría, y no denuncié hasta el día siguiente. Si no, esa noche el agresor duerme en el calabozo. De hecho, ha sido condenado a nueve meses de cárcel, pero como no tiene antecedentes no ha ingresado. Pero no ha sido el único incidente: otra vez en Vejer, yo llevaba entonces el pelo largo, alguien me dijo que me iba a cortar la coleta. Muchas veces ni siquiera denuncias porque tienes miedo de hacerlo, crees que te va a pasar algo si lo haces...”

Y la cosa no se para en la agresión, sino que tiene graves consecuencias: “Te quedas marcado por la experiencia; en mi caso, no voy seguro a muchos sitios y no te digo en las visitas a domicilio según las zonas. Todo esto deteriora gravemente, además, la relación médico-paciente, que debe basarse en la confianza. Y encima, la gente viene cada vez con más exigencias, buscando obtener algo, una baja, un certificado... y si no se lo puedes ofertar por demora o por falta de existencias, salta el conflicto”.

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