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La Guardia Civil resuelve el misterio del 'Crimen de Reyes' 34 años después: identifica a la víctima de un homicidio ocurrido en Asturias en 1991

Las nuevas técnicas de análisis de ADN han permitido cerrar el caso de la desaparición de una joven de 24 años de Avilés al vincular finalmente la identidad de la víctima con unos restos encontrados en Langreo

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Un investigador de la Guardia Civil, ante un retrato de la víctima. / M.G.
Agencias

10 de noviembre 2025 - 17:55

La Guardia Civil ha logrado identificar finalmente a una joven avilesina de 24 años que falleció víctima de un homicidio en 1991, pero cuya desaparición no fue denunciada hasta cinco años después. Este avance en la investigación, culminado en 2024, ha permitido cerrar un caso que llevaba más de dos décadas sin resolverse completamente, vinculando finalmente la identidad de la víctima con los restos encontrados en el conocido como crimen de Reyes ocurrido en Barros, Langreo.

Según explican fuentes oficiales del instituto armado, la madre de la joven desaparecida presentó la denuncia en 1995, después de no tener noticias de su hija desde 1990. En su declaración, la mujer afirmó que había estado haciéndose cargo de su nieta durante todo ese tiempo. Las investigaciones iniciales no arrojaron resultados significativos, quedando el caso registrado en los archivos policiales de personas desaparecidas, sometidos a revisiones periódicas cuando surgían nuevos indicios que pudieran ayudar en la localización.

La verdadera evolución del caso se produjo en mayo de 2023, cuando los investigadores, gracias a los avances en métodos de identificación, contactaron con la familia para obtener muestras de ADN que pudieran cotejarse con restos sin identificar. Un mes después, en junio, al haber fallecido ya la abuela de la víctima, los agentes tomaron muestras genéticas de la hija de la desaparecida para continuar con el proceso de identificación.

La conexión entre dos investigaciones separadas

El punto de inflexión llegó cuando los agentes, realizando un estudio exhaustivo de todos los casos sin resolver, encontraron en la hemeroteca una noticia de un periódico regional que narraba el homicidio de una mujer sin identificar en Barros (Langreo). La víctima había sido apuñalada y posteriormente enterrada en cal viva, en un suceso conocido como el crimen de Reyes por haber ocurrido el 6 de enero de 1991.

Este crimen fue investigado por la Policía Nacional de Langreo, que logró detener al responsable después de que su pareja, tras una discusión, confesara los hechos a las autoridades. En su declaración, el detenido afirmó haber recogido a la víctima mientras hacía autostop en Oviedo. Según su versión, la mujer intentó robarle, lo que provocó un forcejeo que terminó con él acuchillándola. Posteriormente, introdujo el cuerpo en el maletero de su vehículo y se dirigió a Barros, donde informó a su pareja de lo ocurrido, comprobando ambos que la víctima había fallecido desangrada. Atemorizados, decidieron enterrar el cuerpo utilizando cal viva, permaneciendo oculto hasta octubre de 1995.

Avances científicos que permiten resolver casos fríos

El estado de deterioro en que se encontraron los restos en 1995 imposibilitó su identificación inmediata, aunque los forenses lograron elaborar un retrato robot que fue publicado en diversos medios de comunicación. Esta circunstancia permitió a la Guardia Civil comenzar a establecer conexiones entre ambos casos, observando similitudes entre dicho retrato y las fotografías proporcionadas por los familiares de la desaparecida.

Los avances en ADN han permitido resolver el caso. / M.G.

La colaboración entre cuerpos policiales resultó fundamental. Los agentes de la Policía Nacional que participaron en la investigación original aportaron toda la documentación disponible, lo que permitió localizar los restos de la fallecida que se conservaban en el Departamento de Biología del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses de Madrid, donde fueron remitidos en su momento para análisis.

Dado que las técnicas de análisis de ADN han evolucionado significativamente desde 1995 hasta 2024, fue necesario realizar nuevos exámenes de los restos conservados. Los resultados de estos análisis, llevados a cabo por el Instituto de Toxicología y Ciencias Forenses de Madrid, confirmaron definitivamente que los restos óseos hallados en 1995 correspondían a la persona que había sido denunciada como desaparecida, cerrando así un ciclo de incertidumbre de más de tres décadas.

Los desafíos de la identificación forense en casos antiguos

Este caso pone de relieve la importancia de los avances científicos en la resolución de investigaciones criminales de larga data. La identificación de restos humanos ha experimentado una evolución radical desde los años noventa hasta la actualidad, permitiendo resolver casos que parecían imposibles hace apenas unas décadas.

La colaboración entre distintos cuerpos policiales, la persistencia en la investigación y el mantenimiento adecuado de los archivos de casos sin resolver han sido elementos cruciales para alcanzar este resultado. Los bancos de datos de ADN y las nuevas técnicas de identificación genética permiten hoy establecer conexiones que antes resultaban inalcanzables.

Según los expertos en criminología, en España existen centenares de casos similares pendientes de resolución, muchos de ellos anteriores a la implantación generalizada de los análisis de ADN como herramienta de identificación forense. La persistencia en la investigación y la actualización constante de los métodos de análisis son fundamentales para seguir dando respuestas a familias que, como en este caso, han esperado décadas para conocer el destino de sus seres queridos.

¿Qué es el 'crimen de Reyes'?

El crimen de Reyes es el nombre con el que se conoce al homicidio ocurrido el 6 de enero de 1991 en la localidad asturiana de Barros, en el municipio de Langreo. La denominación hace referencia a la fecha en que se produjo el crimen, coincidiendo con la festividad de los Reyes Magos. La víctima, una joven que permaneció sin identificar durante 33 años, fue apuñalada tras un presunto intento de robo mientras hacía autostop.

El caso saltó a la opinión pública cuando, en octubre de 1995, se descubrieron los restos de la víctima enterrados en cal viva. La detención del autor material se produjo gracias a la confesión de su pareja tras una discusión, lo que permitió resolver parcialmente el caso. Sin embargo, la identidad de la víctima permaneció como una incógnita hasta que, gracias a los avances en las técnicas forenses y a la perseverancia de los investigadores, ha podido ser finalmente establecida en 2024.

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