"Hundida". Así se encuentra la enfermera de 22 años, según explicó ayer a este diario el secretario general del sindicato de enfermería (Satse) de Madrid, José María Porras. La joven acababa de llegar a la UCI de neonatología, y por tanto no tenía experiencia en bebés prematuros. Se graduó en 2007, trabajó más de un año en el Hospital 12 de Octubre, en reanimación y cuidados intensivos. Entró en urgencias de maternidad del Gregorio Marañón a finales de 2008. Llevaba un mes en hospitalización hasta que, el domingo, la destinaron a neonatología, cuenta Porras.

Los sindicatos estaban ayer extrañados por la rapidez con la que el hospital informó de las causas de las muerte y tildó el hecho como un "terrorífico error médico", sin esperar una investigación. "No se puede poner un título penal a un hecho. Está claro que hubo un error pero de ahí a tipificarlo como negligencia y culpar a una enfermera, sin investigación previa. No se respetó la presunción de inocencia, a la que tiene derecho todo el mundo", manifesta Rafael Lletget, portavoz del Consejo General de Enfermería. "El calificativo terrorífico incide en un ensañamiento con el trabajo de los enfermeros del hospital", se queja Porras.

El error no parece estar relacionado con la falta de personal. En la UCI de neonatología se cumplían los ratios recomendados: una enfermera por cada dos pacientes. Porras indica que ese día había tres enfermeras y una auxiliar para cuatro incubadoras. Si era el primer día de trabajo "debería haber sido supervisada por una compañera independientemente de otras circunstancias", como la aparición de una urgencia, explica Lletget. Desde el sindicato apuntan a dos cuestiones que tendrá que valorar la investigación: "Un posible déficit de protocolo de suministro de farmacia" y la falta de especialización. "¿Qué nivel de especialización se le puede pedir si es su primer día en neonatos, que es una unidad de élite?, añade Porras. "Hay productos de diferentes vías de administración que pueden invitar a la confusión. Habrá que revisar si los protocolos de etiquetado estaban claros", dice Porras.