Sociedad

Diez años del Día Mundial de la Tierra

  • La designación oficial de esta jornada por parte de la ONU en 2009 buscaba incidir en la necesidad de concienciar sobre la importancia del planeta e impulsar el desarrollo sostenible.

Aves alzando en vuelo desde las dunas de Doñana.

Aves alzando en vuelo desde las dunas de Doñana. / EFE

Hace diez años la ONU proclamó el 22 de abril como el Día Mundial de la Madre Tierra. Una jornada con la que se pretendía crear una conciencia sobre la importancia del planeta. Con motivo de esta primera década, los naturalistas han llamado a la reflexión para frenar el impacto de las actividades humanas sobre el "hogar común" e impulsar el desarrollo sostenible.

"El Día de la Madre Tierra sirve para generar conciencia de forma simbólica" sobre la interdependencia entre los seres humanos, las demás especies vivas y el planeta que habitamos, ha explicado el biólogo Miguel Delibes de Castro.

Porque "en los casi 200.000 años de historia como Homo Sapiens", la mayor parte del éxito del hombre ha radicado "en el crecimiento y explotación de los recursos terrestres", actividades que desde hace medio siglo "están generando problemas de habitabilidad en la Tierra".

Por ello, el experto ha llamado a la reflexión general, para que el "único ser vivo racional en la Tierra tome las riendas del futuro", aunque, ha afirmado, "más allá de este día" habría que plantear planes para tomar decisiones que "faciliten el desarrollo sostenible".

El que fuera director de la Estación Biológica de Doñana (EBD) entre 1988 y 1996, observa en el cambio climático "una de las muchas caras del mismo problema del medio ambiente", por lo que este Día "debe ser una jornada que sirva para darnos cuenta de que el planeta se nos queda pequeño porque nos creamos muchas necesidades".

Este día es una fecha que "pasa inadvertida con cierta frecuencia", a pesar de que las personas "somos subsidiarias" de la Naturaleza, ha asegurado el naturalista Joaquín Araújo, que ha señalado el afán del hombre por "sembrarlo todo de plásticos, inyectar humo a la atmósfera y sepultar la Tierra" bajo el hormigón en vez de "cubrirla de árboles".

La relación de interdependencia con la Tierra, sostiene -entre otros muchos procesos vitales- "algo fundamental como la respiración", acción que repetimos "8.000.000 de veces al año gracias a los bosques", unos ecosistemas que ofrecen "lo mas indispensable para la vida", y a los que debemos "la transparencia del aire", ha explicado el dos veces ganador del Premio Nacional de Medio Ambiente.

"La defensa de la Tierra debería ser una cuestión de Estado", ha señalado Luis Miguel Domínguez, quien ha lamentado que la reflexión sobre "el medio ambiente" no sea el tema de conversación "de ninguna de las propuestas en la campaña electoral" actual.

Un hombre disfruta de las vistas del Pirineo aragonés. Un hombre disfruta de las vistas del Pirineo aragonés.

Un hombre disfruta de las vistas del Pirineo aragonés.

Domínguez ha instado a la sociedad civil a "tomar el mando de esta cuestión para lograr que los políticos tomen decisiones con carácter de Estado", y para ello es necesaria la "contundencia y el rigor en los planteamientos".

Planteamientos como los expuestos cada viernes en cientos de ciudades del mundo por el movimiento juvenil por la defensa del planeta, Fridays For Future (FFF, por sus siglas en inglés), un impulso "muy positivo porque surge de la juventud".

Aunque "el enfoque exclusivamente climático" de 'Viernes por el Futuro' "se queda pequeño para atender todos los frentes que tiene abiertos el medio ambiente", según Domínguez, y ha advertido de las "modas pasajeras".

Para profundizar esta conexión que une a las personas con la Madre Tierra, Araújo recomienda "ir al campo, descalzarse y caminar por nuestra casa común reflexionando sobre nuestra actitud hacia los elementos básicos para la vida en la Tierra", que a pesar del ser humano, "sigue regalándonos todo aquello que es esencial".

Sin embargo, según Araújo es algo que "tristemente no resultará fácil, ya que la ciudad es el hábitat común de muchas personas empeñadas en crear una frontera entre su casa y la vivienda común a todos los seres vivos", algo que a su juicio es "un atropello antiracionalista contra la dignidad humana", porque "no podemos destruir lo que nos permite vivir sin perder una referencia fundamental".

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