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Marcelino reta a Marcelo

  • El Sevilla-Athletic del domingo adquiere un especial interés por la literatura que emana de los inquilinos de los banquillos y lo ocurrido en verano · La visita del primer técnico pretendido examina el modelo vigente.

Para los amantes del romanticismo en el fútbol, un Sevilla-Athletic es siempre una garantía de emociones. Un clásico de la Liga española desde casi que echó a andar en 1927 que ha ofrecido a lo largo de la historia tardes de grandes recuerdos. Puede decirse que es un duelo que no necesita de nada más para levantar el interés del aficionado, pero si se le añaden algunos condicionantes como los que rodea al que se va a vivir en el Ramón Sánchez-Pizjuán el próximo domingo, la expectación que genera el choque crece bastantes puntos.

Por mucho que sea agua pasada y que Marcelino García Toral y Marcelo Bielsa hayan borrado en parte ya lo ocurrido este verano, las negociaciones que los dirigentes del Sevilla emprendieron para la contratación del entrenador del primer equipo están ahí y no se han olvidado. Tampoco del todo en la mente de los protagonistas, dos técnicos que -y es lo que más llama la atención- cumplen con el perfil de dos modelos totalmente distintos de fútbol. Marcelino y Marcelo entran en combate, en confrontación futbolística, por primera vez en sus carreras profesionales y de alguna manera hay cosas que quedan y que están pendientes. El qué pudo ser en el Sevilla y no fue por la negativa del ex seleccionador chileno, las excesivas exigencias en las negociaciones y la espantada final. ¿Qué pasó por la cabeza de Marcelino luego? ¿Segundo plato o la oportunidad de su vida? 

 

En ilusión, goleada

Lo que sí está claro es que al actual entrenador del Sevilla no le importó que Del Nido se hubiera reunido con Bielsa y hubiera negociado con él antes de decidirse por ir a buscarlo a Asturias, mandar llamarlo y verse con él en su despacho profesional de la calle Virgen de Luján tras aterrizar éste en el aeropuerto de Jerez. En ilusión, ha quedado claro que Marcelino le gana por goleada al argentino, que rechazó la oferta sevillista -dicen que con un correo electrónico- después de varias reuniones y muchos contactos con múltiples temas de organización y planificación encima de la mesa. Pero es verdad que no fue al Sevilla al único club al que dio calabazas Bielsa. Coincidieron en el tiempo las negociaciones entre el actual técnico del Athletic y el Sevilla con las que mantenía con la Real Sociedad. Llegó entonces el "no" para ambas entidades, se decía que también seducido por una oferta mareante de la selección de Estados Unidos, pero lo cierto es que después fue en Italia, en el Inter, donde se quedarían igual que en el Sevilla, absortos ante la negativa de Bielsa después de -se suponía- unas negociaciones bastante avanzadas. 

 

Cuentan que su amistad con el presidente del Athletic y una promesa antigua hicieron que recalara en San Mamés dejándolo todo cuando Urrutia ganó las elecciones. Bielsa se convertía en entrenador de los rojiblancos con un proyecto de regeneración futbolística, revisión del modelo dejado por Joaquín Caparrós y una potenciación de la cantera bajo otros parámetros diametralmente opuestos a los empleados por el técnico  utrerano.

Mientras, Marcelino esbozaba una sonrisa de oreja a oreja. Se encontraba con la gran oportunidad que siempre había soñado cuando comenzó a entrenar, tener a sus órdenes un equipo con el que aspirar a cosas importantes, títulos... Eso sí, tener también detrás día a día a un presidente tremendamente exigente y poniendo siempre el listón más alto de lo que poder saltar para así llegar  lejos.

 

Modelos opuestos

Todo pasó, la pretemporada llegó y, con ella, el momento de que el balón hablara. Los modelos de Marcelino y de Bielsa fueron aplicándose a los entrenamientos de Sevilla y Athletic. Sus jugadores, empapándose de las enseñanzas de sus técnicos, lecciones que parecen obedecer a dos modelos que no tienen mucho que ver. Mientras el entrenador de Careñes aún hoy sigue defendiendo que el Sevilla no practica el fútbol que él quiere y que sólo lo ha hecho a ráfagas en algunos partidos sin continuidad, la afición empieza a impacientarse por esa obsesión instalada en Nervión desde la marcha de Juande en analizar la pulcritud de su fútbol en cuanto los resultados no han sido todo lo bueno que un equipo de las exigencias del Sevilla reclama.

 

Bielsa, por su parte, recibe elogios en el mismo Bilbao que hace poco lo miraba con gran recelo tras un arranque ciertamente preocupante. El Athletic comienza a practicar buen fútbol, por momentos brillante, con el mayor exponente de un gran partido ante el Barcelona (curiosamente como el Sevilla, aunque con un fútbol basado en la posición). San Mamés recupera el espíritu de lo que es una escuela de fútbol, con un director, Bielsa, que entre sus manías esconde conductas geniales e intromisiones que llegaron a asustar a los directivos del Sevilla que negociaron con él.

Pendiente del mínimo detalle -hasta de la altura del césped en los partidos de escalafones inferiores-, los que conocen a Bielsa dicen que se puede convertir en una persona inaguantable capaz de dar el portazo en cualquier momento.

 

Su opononente el domingo, muy por el contrario, es el adalid del buen trato con todo el que lo rodea y de la ilusión de trabajar en la  oportunidad de su vida. Son las diferencias entre Marcelino y Marcelo. Un duelo con literatura.

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