Liga bbva

Ganar fuera, ese reto imposible (0-0)

  • El Sevilla se trae de Palma lo único a lo que aspira un equipo incapaz de tirar entre los tres palos, un escuálido punto. La coyuntura forzó a Marcelino a alinear a un solo punta, pero la debilidad física cercenó el control inicial del juego.

Nada de casual tiene que un equipo empate sus cinco primeros partidos como visitante, y eso es lo que ha hecho el Sevilla de Marcelino, traerse en la valija un puntito de cada viaje. Ni pierde ni gana, pero esos cortos pasitos se sobrellevaban mejor cuando contaba sus partidos como local por victorias. Tras sumar un solo punto ante Racing y Granada en Nervión, las tablas que ayer arrancó ante un herido Mallorca llevan a opinar que, más que no perder, los sevillistas, cuando viajan, no ganan...

Siempre se queda a medias este equipo cuando actúa lejos de Nervión, da un nivel ramplón, mediocre, que dista mucho de lo que debe ofrecer un sólido aspirante a quedar tercero del campeonato más exigente del mundo. Le cuesta un mundo trenzar juego, llegar a zona de peligro y generar ocasiones. Ante el Mallorca tiró una vez -Jesús Navas, flojo a las manos de Aouate- entre los tres palos, la condición indispensable para aspirar a la victoria, y por ahí se puede valorar el botín cosechado: era lo máximo a lo que puede aspirar quien no inquieta al portero rival.

Pero hay empates y empates, y tras el subidón que supuso para los blancos el del Camp Nou, el Sevilla volvió a desprender las mismas sensaciones de Villarreal o Pamplona: dura el partido tres días, y Aouate no recoge una sola vez el balón de sus redes.

Ante el Mallorca tenía como atenuante que le faltaban los dos únicos delanteros puros, de área, que hoy tienen dorsal en la primera plantilla, Negredo y Kanoute, pero tamaña merma no puede ser excusa para el ejercicio de impotencia que ayer firmaron los sevillistas en uno de los estadios más fríos de España.

Y eso que el partido arrancó con buen son, con el Sevilla llevando la iniciativa y el balón alejado del área de Javi Varas. En parte por las ausencias, en parte por esos minutos de acoso y derribo que los sevillistas ofrecieron ante el Granada tras el descanso, Marcelino se bajó del burro y optó por alinear a un solo delantero, Manu del Moral, como sucedió en esa extraña segunda parte ante el equipo de Fabri. La única diferencia con respecto al pasado lunes fue que Trochowski se metió en zonas interiores y dejó la banda a Armenteros, pero el once fue idéntico al que falló media docena de claras ocasiones antes de que el Granada remontara.

Pero este Sevilla es incapaz de sostener el ritmo, de someter con persistencia al rival, de insistir hasta atornillar al enemigo cerca de su portero. Cuando el partido se asienta, el Sevilla ve que su dominio se diluye. Ocurrió lo mismo que en la primera parte de Villarreal, la segunda de Pamplona, la segunda en casa ante el Racing... Marcelino no deja de repetir que a este equipo le falta continuidad en su ritmo de juego, y ante el Mallorca ocurrió de forma aún más palpable.

¿Y por qué entrega el timón el Sevilla aunque el de enfrente no esgrima argumentos futbolísticos para ello? Por su escasa calidad física, sobre todo por eso. La lluvia arreció y a los Jesús Navas, Trochowski, Rakitic, Armenteros y Del Moral les costó adaptarse a ese fútbol de choque, de contacto que exigía el decorado..., y cuando se disponían a recibir la pelota o a ganarla cuando no tenía dueño, casi siempre fue a parar a las botas de un jugador con la camiseta roja.

El Mallorca sigue con muchas dudas, pero algunas se le despejaron cuando comprobó que el Sevilla era un equipo cándido, tan cándido como su inmaculada equipación. Cuando vio que Jesús Navas amaga mil veces y no da casi una, que Rakitic y Trochowski vagaban bajo la lluvia y que Armenteros parecía jugar con botas de plomo, se animó a atacar. Lo hizo sobre todo por la banda de Nsue, el único con cierta chispa.

Suerte para los sevillistas que Alfaro y Hemed jamás superaron a Spahic y Escudé en la zona de remate, ni siquiera cuando el galo se tragó un despeje y dejó el balón franco al sevillista, que envió el balón por encima del larguero.

Esa ocasión llegó a la hora larga de partido, cuando el Mallorca dio otro paso adelante para buscar los tres puntos. Javi Varas volvió a resultar providencial en una salida por bajo, y el Sevilla se volvía a quedar sin salida, sin respuesta.

Las entradas de Campaña por Rakitic y de Luis Alberto por Trochowski dieron cierta frescura, aunque no llegó ese pretendido último pase a la espalda de la zaga bermellona, que adelantó la línea. Faltó pausa y precisión cuando en tres cuartos de campo algún jugador de blanco pudo filtrar un balón al corazón del área. También faltó que alguien se desmarcara, alguna referencia al remate. Manu huye del área y busca los espacios abiertos, y sin Negredo ni Kanoute, los defensas rivales respiran tranquilos. Saben que enfrente juega un alma inocua, cándida.

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