Semana Santa

La solemnidad de la Soledad y el Santo Entierro emociona a los linenses

  • Las hermandades y las autoridades municipales toman parte en la estación de penitencia

La estación de penitencia de la Piadosa Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestra Madre y Señora en su Soledad y Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo marca uno de los momentos más solemnes de la Semana Santa linense. Cada Viernes Santo la imagen es acompañada por todas las hermandades de La Línea -excepto las que también llevan a cabo su procesión este mismo día- y por la autoridades municipales. Ayer no fue menos en una tarde en la el sol ya comenzaba a ponerse cuando los pasos salieron del santuario de la Inmaculada, en cuya plaza cientos de fieles aguardaban a este solemne momento.

El negro de túnicas, antifaces y capas de los nazarenos anticipa desde el primer momento del recogimiento con el que baña esta estación de penitencia las calles del centro de la ciudad. Junto a ellos, un nutrido grupo de pequeños acólitos y los representantes del resto de cofradía con sus insignias, honrando la muerte del Señor.

Hicieron el recorrido representantes de la corporación municipal, de La Línea 100x100, PP, PSOE y PA, encabezados por el alcalde, Juan Franco, acompañado por el arcipreste de la ciudad, Juan Manuel Benítez; el presidente del Consejo Local de Hermandades y Cofradías, José Ramón Mata, y el pregonero de la Semana Santa linense de este año, Álvaro Picardo.

El paso del Cristo Yacente, custodiado por dos caballeros templarios de la Orden de Malta, avanzaba en silencio y con paso firme por parte de sus costaleros, cuyos pasos se oían ante el respeto de los fieles según avanzaba el cortejo. El Trío de Capilla In Profundis, de San Fernando, se encargó de darle solemnidad a su recorrido.

A continuación los nazarenos de la hermandad, de riguroso luto, anunciaban la llegada de la Soledad, sobre un paso sobrio, sin palio, con el exorno floral formado por rosas rojas, y a la espalda de la dolorosa, la cruz y la sábana del descendimiento de su hijo que dio paso a su introducción en el santo sepulcro. La coral polifónica Ciudad de La Línea, entre chicotá y levantá, entonó algunas letras sobre la muerte de Jesús.

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